Proyecto cara de col | Proyecto caracol

Fase posdoctoral. Previsión de fondos para actuaciones extemporales

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  • PUZLESÍA: RETALES EN PROYECTO


A propósito de la entrevista de  Vint Cerf "padre de internet" en eldiario.es  publicada el día 02 de julio de 2013 y visualizada en Facebook el  12 de agosto de 2015 tras un hallazgo fortuito en la búsqueda de internet en el buscador de google. Al parecer hay que afinar más los algoritmos para acertar.


"Por otro lado, me he dado cuenta de que a menudo devolvemos respuestas que no son exactamente lo que estabas buscando y que ese hallazgo fortuito (serendipity) te hace descubrir cosas que no pensabas antes, porque estaban fuera de tu forma de pensar".


¿Quién es y por qué me debe interesar la señora Abbot? Sintentizando.



Fuente imagen:
trashfuckpopsuicide.tumblr.com
La señora Abbot, a raíz de una mota que se instaló en su ojo izquierdo y una serie de acontecimientos posteriores, se dio cuenta de que poseía ciertas habilidades para encontrar relaciones entre acontecimientos fortuitos de la vida real y el futuro. 
Si no fuera por su psiquiatra, el panadero matemático y su vecino, James el violinista (creyente el primero y semejantes los otros dos), en estos momentos estaría tomando medicamentos para trastornados mentales. Aunque su esposo, médico de profesión, cree que sufre una paranoia transitoria (o algo así) todavía por diagnosticar, ella se niega, en rotundo, a tomar medicación.
Fuente imagen: designworklife.com
Por contra, y pese a que su convencimiento de "distraída mental" se ancla fuertemente a sus convicciones, esta serie de personajes y compañeros intentan convencerla de que sus visiones relacionales son un regalo que debe cuidar y aprender a controlar. 
Ellos también poseen "características similares" si bien tan solo reciben dichas relaciones a través de la música, las matemáticas u otras disciplinas... Hasta ahora, todas las personas estaban especializadas en temas concretos pero  encontrar a alguien como Jana Abbot, que es capaz de recibir información de la propia existencia,  en tanto en cuanto como tal, para ellos ha sido un shock de difícil superación. 
Esas serendipias ocurren de forma supuestamente inesperada. Le hacen descubrir cosas que por ella misma no habría pensado antes porque se encuentran fuera de su área de confort incluso de conocimiento. Todo, las flores, el sol, un camión que vuelca pescados en un accidente. Los libros, la música, el agua, un mendrugo de pan chamuscado e incluso, ¡la leche de su café a media tarde cuando le explota en las manos al sacarla de la nevera! Absolutamente todo en el mundo real le aporta información relacional que hace que sea capaz de predecir el futuro.
Fuente imagen:
fromupnorth
En las últimas semanas antes de irse de vacaciones su estrés consiguió hacer que decreciesen sus neurotransmisores GABA (cosa de la cual, ella no era consciente) y como consecuencia  se disparó su excitabilidad neuronal, provocándole más visiones, más creatividad en su interpretación del mundo y más sobreestimulación cerebral.
Ella y su esposo, el doctor Abbot decidieron que necesitaba unas vacaciones y se embarcaron en un crucero de quince días.
Cuál será su sorpresa al ver allí, no sólo al panadero matemático sino, al vecino violinista contratado para amenizar las veladas musicales en las noches de crucero a la luz de la luna del mar Mediterráneo...
Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II








Fuente imagen:
knittingnoodles.es
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.







Intenté calmarme, lo juro. Aquello era de locos. Una señora inexistente, (alucinación fuerte desde el punto de vista médico), me visitaba sin más. Ese era el estado de la cuestión. ¿Cómo creéis que debía estar? ¿Contenta? Pues no. Obvio.

–Ah, ¿no? Y, ¿por qué cree usted que no debería tomar medicación? –pregunté sibilinamente. Mis intenciones eran desconcertantes hasta para mí.
–Pues, niña...está muy claro. Porque la medicación no deja que accedas a este nivel neuronal. Bloquea tus sinapsis.
-¿Cómo?¿quéee?
–Nadie te lo confirmará, los estudios médicos no han llegado a ese nivel.
–¿Qué está diciendo?¿Cómo sabe usted eso?¿De dónde...?
–De dónde me he sacado la información y bla, bla, bla...–proseguía contestando con desprecio mientras miraba aquella especie de pergamino-bufanda de colores otoñales–. ¿Podemos centrarnos en lo importante?
–¿Centrarnos en lo importante? Pero, ¿usted es consciente de lo que me está pasando? ¿Sabe usted que una alucinación fuerte supone un trastorno más allá de lo que puedo asimilar? ¿Es consciente de lo que significa que usted misma sepa que es una alucinación?¿Me está pidiendo que me centre en lo importante y avance cuando todavía estoy asimilando que puede, solo puede- subrayé –que esté loca?
–¡No estás loca!-gritó contundente –. ¡Mírame, niña! –prosiguió con aplomo. ¡Tú no estás loca!¿Lo has entendido?
Fuente imagen:
mrglaubitzillustration.blogspot.com.es
-Sí..sí...– contesté bajando el nerviosismo a niveles de tensión cero–.
No deseaba hacerle perder los estribos. No hay estudios al respecto de las reacciones emocionales de las alucinaciones fuertes. (Y menos si llevan agujas de tejer...).

–No soy consciente de nada de lo que te pasa entre otras cosas porque...– hizo una pausa dramática que me pareció sacada de una película de terror –soy tu inconsciente.

Lo admito. No me pude contener. La carcajada rebotó por todo el salón subiendo sus gráciles tonos agudos por la escalera. El final del camino... los oídos de mi marido que se asomó al hall de la planta superior para decirme a la vez que bajaba por las escaleras:

–Veo que estás empeñada en que no duerma nadie. Igual ni los vecinos.

Suerte que en la mesita del salón, justo al lado izquierdo de donde me hallaba sentada, se encontraban las bombas de intuición de Dennett. Disimulé como si fuera titulada en arte dramático, abriendo las hojas antes de que se percatase de mi no-lectura real.

–¿De qué te estás riendo?– preguntó frotándose los ojos.
–Pues de qué va a ser –dije cerrando el libro–de un párrafo que he leído –concluí disimulando a modo de disculpas por haberle despertado.

Al levantar la vista, volví a mirar de soslayo. Mi bisabuela había hecho mutis por el foro en mi particular teatro.







Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II








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La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.


Como no sabía qué hacer, decidí levantarme de la cama y marcharme al salón. Mientras me incorporaba y me colocaba las zapatillas de estar por casa, miraba de soslayo los movimientos de aquella mujer que seguía haciendo calceta como si no hubiese nadie. ¡El colmo! Encima de que era mi alucinación, daba la sensación de que los que sobrábamos éramos nosotros.
Sonreí anudándome la bata.
–¿Dónde vas?
–Mira que eres pesadito –contesté molesta –. Me voy al salón a leer. No puedo dormir y por lo que estoy comprobando, si sigo aquí tú tampoco.
–Sí. En eso tienes razón –concluyó mi marido sin mucho interés.

La anciana levantó la cabeza de repente y me observó con una particular cara de satisfacción. Parecía que aquella opción le agradaba más que las que hasta ahora había presentado como excusa para desaparecer del dormitorio.

–Ea...duérmete ya– le dije saliendo de la habitación.

Fuente imagen:
Behance
Autor: Lian Madden
Título: Average Day
Sé lo que estáis pensando...¡Pues claro que caminando hacia atrás! Ni se me pasaba por la cabeza perder de vista a esa señora que llevaba un par de agujas de tricotar del número 2.

Bajé las escaleras con torpeza y una vez abajo, supuse que la calma habría vuelto.
 Aquel tipo de alucinaciones son de las que llevan al extremo a cualquiera que no las conozca. Suerte la mía de tener información al respecto.
Me calmé dirigiéndome a la cocina.
Respiré hondo cinco veces y expulsé el aire lentamente mientras mi capacidad multitarea automatizaba la preparación de un café en segundo plano. Accedí con una relajación inusitada al salón. Pulsé el interruptor de la luz y...voilà! Efectivamente, ¡allí estaba! ¡Ella, la mecedora y las agujas!

–¡Venga va! –expresé alicaída como si de una derrota se tratase –. ¡No puede ser verdad!
–Lo es –contestó.
–Pero...¿quién es usted y qué quiere?
–Ay hija, lo dices como si te molestase que estuviese aquí. Pero no te molesto.
–¿En serio?¿Me está usted diciendo en serio que no me molesta? –pregunte expresando mi disgusto en la enton(t)ación.

El sonido de las agujas se aceleraba de fondo. Aquella alucinación por lo que se veía,  también poseía la capacidad de realizar actividades automáticas en segundo plano. Igual era incluso en tercer plano porque sus manos corrían a la misma velocidad que si aquella pieza de lana estuviese programada para ser tricotada por una máquina industrial.

–No. No soy una molestia. Soy tu bisabuela.
–¿Mi bisabuela?

Mi estupefacción era más que evidente. Superada por los acontecimientos, sería la definición en realidad.

–¡Acabáramos! Y, ¡ahora estoy viendo a mi bisabuela! Pero, ¿cómo puñetas...?– me cuestionaba en mi particular monólogo.
-Estoy aquí porque tú me has llamado. Así que...no deberías sorprenderte tanto.
–¿Yo?
–Sí, tú –soltó en tono burlesco.
–Pero, ¿cómo voy a ser yo la que la ha llamado?¡¿Pues no dice que la he llamado yo!? – exclamaba con la boca desencajada–. ¡Mi bisabuela! Al final voy a tener que medicarme –susurré mirando al techo. (Al techo y a mi indignación que se tomaba la libertad de colocarse allí, bien arriba).

–Ni se te ocurra.
–Ni se me ocurra, ¿qué?
–Medicarte.
–¿Cómo dice? Repítame eso.
–Hija...¿estás sorda?
–No, más bien perpleja.
–¡Uy...pues entonces...no te queda nada...! –exclamó interrumpiendo una milésima de segundo su concentración en el arte del patronaje automático/visual para poner sus ojos en blanco.

No podía creérmelo. Por alguna extraña razón aquello no solo superaba lo concebible en forma de alucinación sino que además, se mostraba en forma de abuelita tejedora, insomne y puñetera.


Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.





Fuente imagen:
julialillard.tumblr.com
Título: trifocals
–No se te ocurra decirle que me están viendo –soltó sin avisar.

¡Me hablaba! Además, de verla ¡me estaba hablando!¡Alucinaba! ¡Estaba alucinando! Aquella señora se dirigía a mí con una tranquilidad pasmosa.
Por la profesión del señor Abbot y algunos libros que leí al respecto en mis años de carrera sabía a ciencia cierta que aquello era una alucinación catalogada como "fuerte".  Pero para mí ¡se mostraba tan real!
No tardé en contestarle. Mi falsa sensación de seguridad al catalogar la visión me jugó una mala pasada.
Con las alucinaciones fuertes no se habla si estás en compañía "real". (Eso es de primero de carrera de trastornos divergentes apofénicos).

–¿Cómo dice? –titubeé.

–¡Con quién estás hablando! –exclamó molesto–. Obviamente no me dirigía a él, pero la situación que se daba no podía ser otra que la de pasar por el aro y concluir con una mentira piadosa.
–¿Cómo? ¡Ah nada! Pensaba que me decías algo – acabé la frase disimulando.
–Pues no te he dicho nada. Apaga la luz, haz el favor.
–Es que...

Casi se me escapa la verdad. Quería salir ella sola. Como si fuese autónoma bailarina entre mis dientes. La oía silbar. Pero "la aparición" insistió:

–No le digas que me ves. Sabes que vais a tener una fuerte discusión... Y no va a ser una alucinación. ¿Quieres discutir a estas horas?– me advertía sin levantar la vista de su quehacer con las agujas y la lana.

Fuente imagen:
lamaisonbisoux.wordpress.com
Un momento, ¿cómo ha sabido lo de la alucinación?, pensé cambiando el frame. ¿Cómo sabe lo que pienso? Si ha dicho eso es porque sabe que es una alucinación. Y eso,¿cómo se hace? ¿Desde cuándo una alucinación sabe que es una alucinación?Que estoy,¿meta-alucinando?–me preguntaba sin poder parar de ver pasar también los signos de interrogación por mi cabeza.

–Jana ¿quieres hacer el favor de apagar la luz?¿Qué te ocurre?– interrumpió mi marido, visiblemente molesto.
–¡No! – exclamé –. Es que...– repetí buscando una excusa – voy a leer un poco, no tengo sueño...
–Bien –contestó. Suspiró y se dio media vuelta con gesto disgustado a fin de que la luz no le diese en la cara directamente. 

En ese momento, por su posición, de haber existido realmente la viejecilla, la habría visto sin remedio. De haber existido, claro. Yo me decía a mí misma que no era real, pero...la veía tan nítida como si lo fuera y ya...para rematar, el hecho de que me hablase y ella misma supiese que era una alucinación, me convertía en un lego desmontándose ante el choque frontal de su último viaje contra el suelo.
Aun cuando las lecturas al respecto relataban con detalle todos los síntomas y situaciones posibles,  ¿cómo podía ser?, me cuestionaba una y otra vez volviendo al punto de partida para llegar a la  misma conclusión sin variaciones.
 Nada puede prepararte para algo de estas características. Os lo digo yo.


Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
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La señora Abbot, el nombre del violinista...2
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¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
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La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.



Fuente imagen:
artevalladolid.blogspot.com.es
Título: Vieja haciendo calceta.
Las tres menos cinco de la madrugada. Llevaba aproximadamente despierta diez minutos, quizás veinte. En realidad podría haber pasado una hora. Tumbada boca arriba en la cama el tiempo siempre es demasiado relativo.
El ronquido de mi marido no me dejaba dormir. No solía ser habitual, pero esa noche su apnea del sueño me inquietaba porque su respiración profunda se cortaba justo en la última expulsión de aire sonoro. No me quise levantar. Me declaré guardián oficial de su salud y mantenía mi cuerpo extendido sin forzar la postura. Los brazos se alineaban con las manos cuyos dedos, entrelazados a la perfección, las mantenían unidas. Me entretenía el sentir las pulsaciones en la yema de los pulgares. Podría haber estado así toda la noche, pero no me dejaron.
De la nada apareció una sombra en la esquina izquierda de la habitación. Parpadeé dos veces para humedecer los ojos y de paso comprobar que lo que veía era cierto y no un producto de mi imaginación (por utilizar un eufemismo elegante).
Después del naufragio del crucero por el incendio, mis sentidos se agudizaron a un extremo que no sabría explicar. Olía de lejos, veía en aumento y era capaz de encuadrar distintas palabras a lo largo de cualquier paseo (en un sentido específico para mi situación vital) que me explotaban en visiones de futuro posible. La mayoría de veces intentaba restarle importancia, pero lo que veía se volvía realidad en poco tiempo.
Fuente imagen:
www.myfuntimeweb.com
¿A quién le podía hablar de aquello si los únicos que podían comprenderme desaparecieron en el desastre? A nadie.
A él no se le podía ni nombrar todo aquello. Su deformación profesional y su carácter seguían empeñados en hacerme pasar por el filtro de la química médica, cosa a la cual yo me negaba en rotundo. No estaba loca, lo demostraron mis contactos con otros como yo.
Por eso, al ver aquella sombra que se transformó en una viejecilla sentada en una mecedora haciendo calceta cuyo semblante me era tremendamente familiar, lo único que pude hacer fue taparme la boca con las manos para no chillar.
Estupefacta, me lancé a presionar el botón de la lámpara de la mesilla de noche con tan mala suerte que cayó el despertador al suelo y desperté al bello durmiente.

–¿Qué pasa Jana? – me preguntó sobresaltado frotándose los ojos.
–Nada, nada... duérmete. Es que me había parecido ver algo – le contesté intentado disimular.

¿Cómo se me ocurre?¿Ver algo? ¡Estaba ahí mismo!Acababa de encender la luz y veía a la perfección. Se mecía concentrada y me miraba. Volvía al punto y retomaba la vista de reojo. Una y otra vez.

–Jana, haz el favor de apagar la luz.

¿Que apague la luz?¡Que apague la luz!¿Cómo iba a apagar la luz? Petrificada. Exactamente así fue como me quedé. No alcazaba a reaccionar. Mi marido insistía como era normal, en volver a la oscuridad para retomar el sueño. Para no hacerlo necesitaba al menos una excusa coherente. Pero ¿cuál?

–Jana, ¿qué te pasa? –preguntó dándose la vuelta.

Que ¿qué me pasaba?, ¡Qué me pasaba! Lo más complicado fue reaccionar para que no se diese cuenta de que lo que se hallaba ante mí era una persona tan real como nosotros pero situada un poco más a la izquierda y que, al parecer, solo veía yo. ¿Qué podía hacer o decir? ¿Apagar la luz? De eso nada. Apagar la luz no entraba en mis planes.





Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
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Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
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La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
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La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.





Las diez en punto. Jana vestía de largo para la ocasión. Pelo recogido y zapatos descubiertos. La selección de pendientes le trajo más de un quebradero de cabeza. La etiqueta extraoficial exigía no llevar más que pendientes largos al ser su vestido de un solo tirante. Por eso, se decantó por unas tiras dobles minimalistas de platino con diamante rojo que le regaló su esposo en el segundo aniversario de su boda. Fueron las últimas joyas que le obsequiaba. Nunca fue una mujer a la que le agradasen los abalorios de primer, ni último nivel. No le gustaban las joyas. No sabía muy bien el motivo por el que se le ocurrió meterlos en el equipaje de mano que llevaba para los viajes. Valían una fortuna y su tendencia a perderlas debería haberla alertado de no hacerlo. 
Sin embargo, allí se encontraba. Frente al espejo. Retocándose el brillo de labios, dando un último vistazo al planchado milimétrico que encargó a la tintorería del barco y comprobando, una vez más, el cierre catalán de sus pendientes, en ambas orejas.

-Bien, ya estoy. ¿Hora?- se preguntaba en voz alta mirando su reloj de pulsera- las nueve y cuarto.

Fuente imagen: behance
A las ocho y media más o menos su marido salió por la puerta y todavía quedaban cuarenta y cinco minutos para que se diera caso el concierto.
Se mantuvo erguida mirándose en su propio reflejo. Debía ir a la sala, buscar un lugar en el que sentarse para tener buena vista de la actuación y además, que estuviese despejado para poder observar lo que allí ocurriese. Meridianamente claro había quedado que, de descanso relacional nada. Pues si debía observar para relacionar, no tenía nada más que caminar.
Cogió su bolso de mano con lo imprescindible y salió rápido del camerino en dirección al salón de eventos.
Vacío. Permanecía vacío. Se escuchaba el jolgorio del salón de cenas desde allí, pero en la sala de actuaciones no había nadie. El lugar, ovalado, permitía una acústica estupenda. Lo comprobó mientras se dirigía hacia los sillones de la derecha. Sus tacones se escuchaban sospechosamente como si se tratase de disparos. El suelo de mármol, tampoco es que ayudase mucho a disimularlo.
Se sentó en una de las primeras mesas. Le incitaron a hacerlo, dos grandes butacas de piel blanca. Allí decidió permanecer hasta que comenzase el concierto.
En ese momento se dio cuenta de que no había probado bocado desde la hora de la comida. Algo así no era deseable. Los impulsos autómatas del estómago siguen sus propias reglas.
Sin darse cuenta, pues estaba demasiado ocupada en sus pensamientos, apareció el matemático cual ninja de frac, por detrás.

-¡Buenas noches! Permíteme comentarte que estás preciosa.
-Hola...vaya...gracias.

Sin mediar palabra, soltó encima de aquella mesa un paquete de aluminio que se parecía, sospechosamente a un sándwich.
Fuente imagen:
behance
-¿Es comida?- preguntó notando la saliva en sus carrillos-Qué grande Pavlov, pensó.
-Sí. Es una nueva especialidad. Se la acabo de solicitar a cocina antes de venir.
-¿Cómo...?
-¡Ah! Veo que poseo la capacidad de sorprenderte todavía. Pues verás...la hora de la televisión, sumado al número de talla del vestido de mi mujer que se lo colocaba insistiendo en que el número 56 y 57 de la cabina exterior eran los mejores camarotes, he visto el logaritmo neperiano que subyace a todo, y el resultado ha sido el número químico de la composición de los sesos de cerdo y...
-Disculpa...¿lo he entendido bien?- preguntaba incrédula-¿Me has traído sesos de cerdo en un emparedado porque tu conocimiento acerca de los logaritmos neperianos así lo ha concluido?
-Sí..esto...dicho así suena mal...la verdad...pero, espera que te explique...
-No pienso comer sesos de cerdo- concluyó con rostro impasible.
-¡No seas prejuiciosa! Eso te puede pasar factura en tu potencialidad relacional.
-¿Tú crees?
-Sí...porque precisamente ahí está la cuestión. Es irracional...

Se encendieron las luces y comenzaron a entrar personas al salón. El murmullo hizo que el matemático del pan desistiese de inmediato en la explicación mirando a Jana que, sin rechistar, cogió el sándwich con rapidez. Lo desenvolvió y lo engulló en tres mordiscos intentando disimularlo lo mejor posible.

-Increíble...¡está delicioso...!-exclamó asombrada de aquel cambio radical de sus papilas gustativas.

El presentador apareció por el escenario, daba comienzo el concierto. Como telonera: La suite nº 1 de Bach, para violoncello.

Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II

La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.





El estado de la cuestión era el siguiente:
Fuente imagen: handsomefrank
Por un lado, la propuesta de juego nocturno de su marido la dejaba a ella libre para acudir al concierto y averiguar más cosas que pudieran darle pistas. A esto debemos sumarle que le molestaba...como decirlo... ¿enormemente...? que todos hubieran coincidido con ella en lo que se suponía un descanso veraniego.
Si no tuviese bastante con haber coincidido con  el "loco matemático-panadero" y con su vecino "el violinista compulsivo", acababa de cerrar el círculo de la incomprensión relacional. Resultaba que su psiquiatra también se encontraba de vacaciones en el crucero. ¡Hala! todos juntitos... pero... ¡se suponía que se iba a tomar un descanso de su distorsión de la realidad!
Vamos... ya lo que me faltaba, pensó soltando un suspirito leve mientras se descalzaba.

-¡A que sí!- contestó saliendo del baño- por favor...arréglame la pajarita. Soy incapaz de hacérmela-concluyó con unas gotas de sudor deslizándose por su frente tras la batalla con aquel endemoniado complemento masculino. 

-Sí ¿qué?

Jana se distrajo con sus pensamientos y perdió el hilo de la conversación con su marido(que no en automatizar sus manos para realizar el nudo de una perfecta pajarita clásica a la par que elegante).

-Lo del Doctor Quant. ¿No te parece increíble?
-¡Ah, eso!...Sí, sí. Una casualidad totalmente inesperada. Gracioso. Nuestro vecino también está aquí. ¿No es gracioso?-rió nerviosa.
-¡No me digas! ¿También?, ¡Vaya...!¿y qué hace aquí?
-Al parecer lo han contratado, como violinista. ¿recuerdas?
-¡Ah sí! Pero ¿él no era constructor?...qué raro- caviló - creí entender la última vez que nos vimos que estaba realizando una obra enorme para el estado.
-¿Eso te dijo?


Fuente imagen: pinterest
Intentaba sin éxito, dotar de sentido a aquella información recién descubierta, a  ese  cúmulo de casualidades, al mar, al color azul... ¿Qué metáfora era esa de la construcción? ¿Qué relación podía tener todo si es que lo tenía? Pronto descubriría que aquella distorsión de la realidad necesitaba de mucha práctica y situaciones vitales específicas para ser interpretada, evolucionar en ella e ir madurándola.

- Pues...es que... hemos hablado durante un buen rato y... creo que te apetecerá el plan.¡¡Vamos a jugar al póker!!¿A que es emocionante?

Fuente imagen: pinterest
La expresión facial de Jana era de impasibilidad clínica, obvio.

-No me mires así...¿te apetece?
-Esto...-espaciaba el silencio para ver de qué forma decirlo sin que sonase raro- No te enfades cariño, pero... hay un concierto de música...toca nuestro vecino... y creo que no tiene comparación positiva con el póker...además, comprenderás que no me apetezca estar con mi psiquiatra en mi tiempo de relax...¿no?

El señor Abbot perdió la mirada hacia el techo. Pasados apenas unos segundo en los que Jana, cruzaba lo dedos mentalmente contestó:



Fuente imagen: pinterest

-Tienes razón, no sé en qué estaría pensando... vamos al concierto si quieres...-concluyó ofreciéndose de mala gana a acompañarla. (No lo decía, pero sus gestos le delataban).

-No, no, no... a ti te apetece ir a esa timba de póker entre médicos...interesantísima emocionante y distraída (no se le ocurrían más adjetivos)...¡tienes que ir...!-respondió convincentemente a tiempo- además has quedado... No puedes hacer ese feo a tus colegas. Hacemos una cosa. Tú te vas a jugar y yo me iré al concierto. ¿Qué me dices? No pasa nada porque no vayamos juntos a todos los lados, al fin y al cabo... tenemos muchos días para disfrutarnos...
Jana concluyó su discurso plantándole un beso muy cariñoso a su marido, con la finalidad de sellar el pacto.
Parecía haberlo conseguido.


















Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.




Jana recorría el pasillo de la tercera planta buscando la excusa perfecta, milimétrica y sin fisuras con la que dirigirse a su esposo para su exclusión de cualquier plan pensado para ellos dos a solas. Era absolutamente necesario aparecer en aquel concierto del dueto con su vecino el violinista y no encontraba la manera de planteárselo sin que comenzase a realizar indagaciones.
Aunque todavía lo desconocía, no le iba a hacer falta.
Su marido, después de la comida, había estado en la cubierta tomando unos cócktails con algunos pasajeros conocidos... y los planes le surgieron solos. Una partida de póker tenía la culpa.
El doctor Abbot ya lo había organizado todo, concluyendo (se desconoce con qué base antropológico-emocional) que su esposa estaría dispuesta a acompañarle.

Fuente imagen: iloveswmag.com
Llegó a la puerta del camerino-suite asignado, respiró profundo buscando en los entresijos de su mente algo que le librase de tener que dar explicaciones para acudir a solas a la sala de fiestas pero, no lo consiguió. Insertó la tarjeta de código en la rendija correspondiente para entrar, lanzándose al precipicio... sin paracaídas.

-Hola, ¿ya estás aquí?- contestó el señor Abbot desde el cuarto de baño.
-Sí- respondió observando con asombro el smóking que su marido llevaba puesto- ¿A dónde vamos?
-No te lo vas a creer...¡me he encontrado con el Doctor Quantum!

Jana percibió en su cabeza un chasquido al que pareció seguirle el sonido de dos platillos al chocar, pero, disimuló con la mejor de sus sonrisas.

-¡No me digas!- exclamó pasando de largo hacia la zona central-¿También está él aquí? No sé de qué me extraño...- susurró cínicamente sorprendida.

Su intuición le decía que la situación se arreglaría sola. De lo contrario ¿qué sentido tenía ese "tachán" de los platillos?

El Doctor Abbot se peleaba con la pajarita del esmoquin frente al espejo con lo que no prestó demasiada atención a las palabras que acababan de deslizarse por la boca de su esposa en la habitación contigua.

-No te escucho bien ¿qué decías?

-No... nada...que ¡qué casualidad!, digo- y apretó los dientes detrás de una amplia (pero falsa) sonrisa de alegría.

En realidad todos sabemos que Jana pensaba en que aquello era la guinda del pastel. Del pastel de la incomprensión. Sin embargo, el hecho de que su esposo quisiese jugar al póker en una timba de colegas de la profesión médica, le daba a ella, un margen para escaparse. ¿Qué importaba ahora que estuviese allí su psiquiatra? La cuestión se centraba pues en cómo plantearlo todo para evitar acompañarle sin que se percatase de que ella ya había trazado su propio camino.



Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.

Ambos dieron vueltas durante más de treinta minutos alrededor del barco, preguntaron por él, pero nadie sabía nada.
Mientras el Doctor Abbot permanecía en la sauna, realizando un circuito programado de masajes y spa, baños con barro, y la familia del panadero matemático disfrutaba de una estancia en el parque acuático para toda la familia de que disponía el crucero,  Jana y Ataulfo, se recorrían todos los pisos del barco, con la sana intención de encontrar al violinista.
Tras la exasperante búsqueda, infructuosa a todas luces, volvieron al punto de encuentro exhaustos. Sudorosos, con marcas de guerra de deportistas y cansancio insuperable incluso por participantes en un triatlón, dieron con el eje de coordenadas que era la sala  de fiestas "Inquietudes". La única función que pretendían en ese momento: notificar novedades. 
En vez de eso se encontraron con otra (función, digo). Una función musical anunciada en un enorme cartel desconcertante desde el punto de vista del gusto estético y del diseño gráfico ya que mezclaba toques góticos y brillantes con el horrible difuminado diagonal de color rojo y amarillo. Típico fondo de los años ochenta. La tipografía, también se había quedado en dicha década.
En el cartel se anunciaba, esa misma noche, un  dueto musical compuesto por un violinista, James Umbrella, y un pianista Ernesto Jazz.

Ambos se miraron jadeando de cansancio.

-Lo hemos encontrado. Ahora a ver cómo nos las arreglamos para venir esta noche al concierto...-dijo Jana pensativa.
-¡Ah! No te preocupes por mí. Lo tengo solucionado. Mi mujer está al corriente de todo el asunto.
-¡No me digas!-exclamó a la vez que se tapaba la boca de sorpresa absolutamente inesperada.
-Sí. Se lo explicaré y vendré. Ella dudo que quiera acudir-comentó convencido.
-Pues...entonces sólo quedo yo...ya me las apañaré- sea como fuere esta noche aquí a las diez.
-Hecho.


Fuente imagen:
www.arqhys.com
La casa piano
China.




Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
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Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
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La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.



Fuente imagen: Flickr
Título: La petite sirène à l'huile
Autor/a :Aurelie Guillerey
Resultó que el bien y el mal convivían imbricados. Al menos esa era la interpretación que ella hacía de lo que le estaba ocurriendo. A sabiendas que no era recomendable llamar a Tau, lo hizo. Sin embargo utilizó  el teléfono fijo de casa. Al menos así daba por hecho que las conversaciones no se escucharían(como si pudiera demostrar que controlaba la situación).

-¿Sí?
-Acabo de volver a tener una sensación extraña al abrir la nevera-contestó rápidamente, sin saludos.
-¿Por qué me llamas? Sabes que...
-Tranquilo estoy en el fijo- contestó muy segura de que no la escuchaban.
-Te arriesgas demasiado Jana...dime...
-Se me ha caído uno de los compartimentos de la nevera. El de los quesitos. La vaca que ríe ha dejado de reírse.
-Pero, ¿han llegado a caerse al suelo?-preguntó añadiendo a la pregunta un velo de misterio y preocupación.
-No, ha amortiguado el golpe  el compartimento de los líquidos.
-¡Ah!-respiró aliviado transmitiéndolo por el auricular- Entonces todavía hay solución. 
-¿Seguro? Uff, menos mal... creí que volvían a acechar los oscuros hilos lactosos de los rusos.
-Tranquila...creo que todavía hay salvación. Eso y que necesitas unas vacaciones.
-¿Tú crees?
-Demasiados acontecimientos relacionales en tu vida en un intervalo tan breve. Con el paso del tiempo aprenderás a desechar aquello que no puedas dominar o cambiar, vamos...creo...- concluyó confuso.
-En eso estamos de acuerdo, creo que necesitaré escapar unos días, hablaré con mi marido. Me siento enlatada en mi propia mente. Es claustrofóbico... menos mal que te lo cuento.
-Menos mal. ¿Estás preparada para las consecuencias?
-Para eso nunca se está preparada, pero, veremos por dónde desagua esta vez.  Ahora que lo dices...¿vale que me haya cortado con la cuchilla al limpiar la vitrocerámica? No ha sido muy grave pero ha sido en el dedo índice, ¡eso tiene que ser algo!
-Um...veamos...el dedo de señalar...claramente tiene relación directa. Es un aviso.
-Ya...me lo imaginaba-suspiró aceptándolo.
-Cuelga.
-y ¿ya está?
-ya está Jana- respondió con tono de disgusto-Tengo trabajo. No todos tenemos la suerte de recibir información de la vida, así...sin más...-prosiguió con reproche- Eso, créeme, simplifica muchísimo las cosas-y colgó sin más.


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