EL RESPETO POR SALEM, LAS LEYES DE LA TERMODINÁMICA, EL HOMBRE DELGADO Y LA MUJER DE CIAN.

Crecí en una familia de intelectuales en un país libre. ¡Qué le vamos a hacer! Buena suerte, mala suerte. ¿Quién sabe?

El caso es que en mi casa, se discutía sobre todo, todo el tiempo. No por todo. Es necesario distinguir el lugar del adverbio o el de la preposición porque cambia por completo el sentido de la frase. Y como decía mi padre:

-Digáis lo que digáis, hagáis lo que hagáis, en esta casa se respetan las leyes fundamentales de la termodinámica.

Mi padre, ese gran hombre delgado que no flaqueará jamás, de brazos rudos y mirada en perpetua concentración (incluso al hablar), tenía como profesión la respetada salvación de vidas. Practicaba la medicina con vocación, como quién conoce sus limitaciones y se esfuerza en mostrar el otro lado de la frontera a modo de desafío para el mundo. Por ese motivo, años más tarde lo supe, todos los días teníamos gente agradecida en casa. Porque la clínica acababa en el zaguán de la entrada del patio a nuestra casa y la gratitud de los renacidos no entiende de horas ni de espacio en el frigorífico.

Fuente: Orange brillen
Título: Azure Plastic Sculpt

Mi madre, en cambio, casi nunca estaba en casa. Era una mujer que <<trabajaba para el gobierno>>me dijo un día en una comida familiar organizada para la celebración de mi cumpleaños. Años más tarde, me enteré de lo que era ser analista de inteligencia. Que viene a ser lo mismo que ser espía, pero sin esconderse. Recuerdo que me fascinó saber que existía una (r)evolución de esos agentes que salían en las películas con tiros, explosiones y peligros inminentes pero, sin peligros, sin tiros, sin explosiones y sin premuras por esconderse. Todavía hoy, un lujo incomprensible para países esclavos donde desprecian a los intelectuales, sobre todo los que visten de cian, como mi madre.

Fuente: pinterest
Niperkadion repost

Rememoro mi juventud siempre sentados a la mesa. Quizás ahora lo comprendo. Los momentos clave de nuestra madurez intelectual se impregnaron en nuestra piel en los mismos momentos clave para nuestra supervivencia. 

Recuerdo a mi hermano mayor cuando dijo que quería se ingeniero de caminos, canales y puertos. Esto ocurrió un domingo en mesa de mantel de encaje, comiendo en tertulia con Don Luis, compañero de trabajo de mi madre y amigo de la infancia desde que jugueteaban en el barrio obrero de Norte Sierra. 

Don Luis, aeronáutico retirado (que asesoraba al gobierno sobre cómo, dónde y cuándo erigir una construcción sólida para evitar las consecuencias de posibles desastres naturales como inundaciones por lluvias torrenciales o fenómenos similares) era, por aquel entonces, Presidente de la Real academia de ingenieros de Argurias, la más prestigiosa del país. El amigo transtemporal de mi madre, se enorgulleció sacudiendo la cabeza con inclinación de treinta grados mirando al sol.  A mi padre pudo vérsele sonreír al cortar el solomillo al punto sabiendo que su hijo ya era todo un hombre. Hombre porque no hay nada más importante en la vida que ser conocedor de las ventajas de abrir la boca para carambolear, como en el billar. Eso, y el respeto por las tres leyes fundamentales de la termodinámica.





Fuente: pinterest














---
Versión mejorada de la IA

Crecí en una familia de intelectuales en un país libre. Qué le vamos a hacer. Buena suerte, mala suerte. ¿Quién sabe?

El caso es que en mi casa se discutía sobre todo todo el tiempo. No por todo. Es necesario distinguir el lugar del adverbio del de la preposición, porque cambia por completo el sentido de la frase. Y como decía mi padre:

—Digáis lo que digáis, hagáis lo que hagáis, en esta casa se respetan las leyes fundamentales de la termodinámica.

Mi padre, ese gran hombre delgado que jamás flaqueó, de brazos rudos y mirada en perpetua concentración —incluso al hablar—, tenía como profesión la respetada salvación de vidas. Practicaba la medicina con vocación, como quien conoce sus limitaciones y se esfuerza por mostrar el otro lado de la frontera a modo de desafío al mundo. Por ese motivo —años más tarde lo supe—, todos los días teníamos gente agradecida en casa, porque la clínica acababa en el zaguán de la entrada del patio de nuestra casa, y la gratitud de los renacidos no entiende de horas ni de espacio en el frigorífico.

Mi madre, en cambio, casi nunca estaba en casa. Era una mujer que trabajaba para el gobierno, me dijo un día en una comida familiar organizada para celebrar mi cumpleaños. Años más tarde me enteré de que era analista de inteligencia. Lo que viene a ser lo mismo que ser espía, pero sin esconderse. Recuerdo que me fascinó saber que existía una (r)evolución de esos agentes que salían en las películas con tiros, explosiones y peligros inminentes, pero sin peligros, sin tiros, sin explosiones y sin premuras por esconderse. Todavía hoy, un lujo incomprensible para países esclavos que desprecian a los intelectuales, sobre todo a los que visten de cian, como mi madre.

Rememoro mi juventud, siempre sentados a la mesa. Quizás ahora lo comprendo: los momentos clave de nuestra madurez se impregnaron en nuestra piel en los mismos instantes esenciales para nuestra supervivencia. Recuerdo a mi hermano mayor cuando dijo que quería ser ingeniero de caminos, canales y puertos. Esto ocurrió un domingo, en una mesa de mantel de encaje, comiendo en tertulia con don Luis, compañero de trabajo de mi madre y amigo de la infancia desde que jugueteaban en el barrio obrero de Norte Sierra.

Don Luis, aeronáutico retirado —que asesoraba al gobierno sobre cómo, dónde y cuándo erigir construcciones sólidas para evitar las consecuencias de posibles desastres naturales, como inundaciones por lluvias torrenciales o fenómenos similares—, era, por aquel entonces, presidente de la Real Academia de Ingenieros de Asturias, la más prestigiosa del país. El amigo transtemporal de mi madre se enorgulleció, sacudiendo la cabeza con una inclinación de treinta grados mientras miraba al sol. A mi padre se le pudo ver sonreír al cortar el solomillo al punto, sabiendo que su hijo ya era todo un hombre. Hombre, porque no hay nada más importante en la vida que ser conocedor de las ventajas de abrir la boca para carambolear, como en el billar. Eso, y el respeto por las tres leyes fundamentales de la termodinámica.


----

I grew up in a family of intellectuals in a free country. What can you do? Good luck, bad luck. Who knows?

The thing is that in my house we discussed above all all the time. Not about everything. It's necessary to distinguish between the adverbial and prepositional uses of "todo", as it completely changes the meaning of the sentence. As my father used to say:

"Say what you will, do what you must, in this house we respect the fundamental laws of thermodynamics."

My father, that great thin man who never faltered, with rugged arms and a gaze perpetually concentrated—even when speaking—made the respectable saving of lives his profession. He practised medicine with vocation, like one who knows his limitations and strives to show the other side of the frontier as a challenge to the world. For that reason—years later I learned—every day we had grateful people at home, because the clinic ended at the entrance hall of our house's courtyard, and the gratitude of those reborn knows no bounds of time or fridge space.

My mother, on the other hand, was hardly ever at home. She was a woman who worked for the government, she told me one day at a family meal organised to celebrate my birthday. Years later I found out she was an intelligence analyst. Which amounts to the same thing as being a spy, but without hiding. I remember being fascinated to learn that there existed a (r)evolution of those agents who appeared in films with gunshots, explosions and imminent dangers, but without danger, without gunshots, without explosions and without rushing to hide. Still today, an incomprehensible luxury for enslaved countries that despise intellectuals, particularly those who wear cyan, like my mother.

I reminisce about my youth, always seated at the table. Perhaps now I understand: the key moments of our maturity were imprinted on our skin at the very same crucial moments for our survival. I remember my elder brother when he said he wanted to become a civil engineer. This happened on a Sunday, at a table with a lace tablecloth, dining in conversation with Don Luis, my mother's colleague and childhood friend from when they played together in the working-class neighbourhood of Norte Sierra.

Don Luis, a retired aeronautical engineer—who advised the government on how, where and when to erect solid constructions to avoid the consequences of possible natural disasters such as flooding from torrential rains or similar phenomena—was, at that time, president of the Royal Academy of Engineers of Asturias, the most prestigious in the country. My mother's timeless friend beamed with pride, shaking his head with a thirty-degree inclination whilst gazing at the sun. My father could be seen smiling as he carved the fillet mignon to perfection, knowing his son had now become a proper man. A man, because there's nothing more important in life than being knowledgeable about the advantages of opening one's mouth to carom, as in billiards. That, and respect for the three fundamental laws of thermodynamics.


---

我成长在一个自由国家的知识分子家庭。有什么办法呢。好运,坏运。谁知道呢?

问题是,在我家我们总是讨论尤其是各种话题。不是关于一切。有必要区分副词和介词的用法,因为这会完全改变句子的意思。正如我父亲常说的:

"无论你说什么,无论你做什么,在这个家里我们都尊重热力学的基本定律。"

我父亲,那个从不退缩的瘦削男人,有着粗壮的臂膀和专注的眼神——即使在说话时也是如此——他的职业是受人尊敬的拯救生命。他怀着使命感行医,就像一个了解自己局限性的人,努力展示边界另一边的挑战。正因为如此——多年后我才得知——每天都有感激的人来我们家,因为诊所就设在我们家院子入口的门厅里,而重生者的感激之情不分时间也不占冰箱空间。

而我母亲几乎从不在家。在一次为庆祝我生日而举办的家庭聚餐上,她告诉我她为政府工作。多年后我才知道她是一名情报分析师。这和做间谍差不多,但不用躲藏。我记得当时得知存在这样一种(革)命性的特工,他们在电影中总是伴随着枪声、爆炸和迫在眉睫的危险出现,但实际上没有危险、没有枪声、没有爆炸,也不用急着躲藏,这让我着迷不已。直到今天,对于那些鄙视知识分子的奴隶国家来说,这仍然是一个难以理解的奢侈,特别是那些穿青色衣服的人,就像我母亲一样。

我回忆着自己的青春年华,总是围坐在餐桌旁。也许现在我才明白:我们成熟的关键时刻,正是在我们生存的关键时刻深深印在我们皮肤上的。我记得大哥说他想成为土木工程师的那个周日。那是在一张蕾丝桌布的餐桌旁,与母亲的同事兼童年的朋友唐·路易斯共进晚餐,他们小时候在北塞拉工人区一起玩耍。

唐·路易斯,一位退休的航空工程师——他为政府提供关于如何、在哪里以及何时建造坚固建筑以避免可能的自然灾害(如暴雨洪水或其他类似现象)的建议——当时是阿斯图里亚斯皇家工程师学院的院长,这是全国最负盛名的学院。我母亲这位跨越时空的朋友感到无比自豪,他一边凝视着太阳,一边以三十度的角度摇着头。我父亲可以看到在完美地切着牛里脊肉时露出的笑容,因为他知道他的儿子已经成长为一个真正的男人。男人,因为生活中最重要的事情就是懂得开口说话的技巧,就像打台球一样。还有,对热力学三大基本定律的尊重。

---

Я вырос в семье интеллектуалов в свободной стране. Что поделать. Удача, неудача. Кто знает?

Дело в том, что в моем доме мы всегда обсуждали особенно различные темы. Не о всем. Необходимо различать место наречия и место предлога, потому что это полностью меняет смысл предложения. Как часто говорил мой отец:

"Что бы вы ни говорили, что бы вы ни делали, в этом доме мы уважаем основные законы термодинамики."

Мой отец, этот худощавый человек, который никогда не отступал, с крепкими руками и взглядом, постоянно сосредоточенным — даже во время разговора — занимался уважаемым спасением жизней. Он практиковал медицину с призванием, как человек, знающий свои ограничения и стремящийся показать другую сторону рубежа в виде вызова миру. По этой причине — я узнал об этом много лет спустя — каждый день у нас дома были благодарные люди, потому что клиника заканчивалась в прихожей у входа во внутренний двор нашего дома, а благодарность возрожденных не знает ни времени, ни места в холодильнике.

А моя мать почти никогда не бывала дома. На семейном обеде, организованном в честь моего дня рождения, она рассказала мне, что работает на правительство. Много лет спустя я узнал, что она аналитик разведки. Это то же самое, что быть шпионом, но без укрытия. Помню, как меня восхитило узнать, что существует (р)еволюция таких агентов, которые в фильмах всегда появлялись с выстрелами, взрывами и надвигающейся опасностью, но на самом деле без опасности, без выстрелов, без взрывов и без спешки прятаться. До сих пор это непостижимая роскошь для рабских стран, которые презирают интеллектуалов, особенно тех, кто одет в голубой, как моя мать.

Я вспоминаю свою юность, всегда сидящих за столом. Возможно, теперь я понимаю: ключевые моменты нашей зрелости впитались в нашу кожу в те же самые ключевые моменты для нашего выживания. Помню, как в воскресенье мой старший брат сказал, что хочет стать инженером путей сообщения, каналов и портов. Это произошло в воскресенье за столом с кружевной скатертью, за ужином в компании дона Луиса, коллеги моей матери и друга детства, с которым они играли в рабочем районе Норте Сьерра.

Дон Луис, отставной авиационный инженер — который консультировал правительство о том, как, где и когда возводить прочные сооружения, чтобы избежать последствий возможных стихийных бедствий, таких как наводнения от ливней или подобные явления — был в то время президентом Королевской академии инженеров Астурии, самой престижной в стране. Друг моей матери, преодолевающий временные границы, гордился этим, покачивая головой с наклоном в тридцать градусов, глядя на солнце. Мой отец мог быть замечен улыбающимся, когда он нарезал филе-миньон до совершенства, зная, что его сын уже стал настоящим мужчиной. Мужчиной, потому что в жизни нет ничего важнее, чем знать преимущества умения говорить, как в бильярде. Это, и уважение к трем основным законам термодинамики.

Comparte:

0 comentarios