EL LENGUAJE PERFECTO DE LA SOBREXPOSICIÓN GENÉTICA

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He encontrado el lenguaje perfecto.
Ese que expande la duda y la disipa.
En una suerte de retorno a los contrarios,
al origen, sucumbí.
Sucumbí al sueño de un juego de niños al girar
pero
lo he encontrado a solas, consciente y
cubierto de escamas de razón.
Lo he hecho,
solo para ti.
Para fijarlo en la disyuntiva,
en el segmento cuadriculado de las decisiones tomadas a golpe de batidas en vuelo.
Parafrasear no fue la idea
tampoco el plagio de las lenguas alternas
ni siquiera la creación de la unicidad.
El lenguaje con-ver(s)(b)o
es el reverso de lo esperado
lo conocido y lo descuidado.



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Encontré el lenguaje perfecto de 
comunicación constante.
Se incluye en tus genes entrelazados con
los míos.
Ese lenguaje,
ese cúmulo de letras atemperadas
domina el mundo
encandila a ilustres e iletrados
difundiendo el sentido común entre las mínimas expresiones,
confabula con sus esquemas
distorsiona y desgrana el juicio
para ofrecértelo todo
a ti.









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Encontrarlo para sentirlo
fue
la experiencia de saltar las ramas de
árboles subterráneos,
de la sobrexposición hacia el terreno embarrado,
del sentido implícito en cada una de 
las combinaciones innombrables
que esperan instrucciones
para excavar y seguir mi(r)(n)ando
por ti.



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