LAS ANDANZAS DE TUS ARAÑAS, EL CRUJIDO DACTILAR Y EL INSECTICIDA IMPÍO
Fuente:https://indieground.net
La primera semana de vacaciones y me la paso aplastando arañitas. Sí... has leído bien; arañitas. De esas que se esconden en el plumaje del pájaro común, diminutas, cuasi imperceptibles...
Y es que tengo "la buena, la enorme, la desproporsionada" suerte de tener un nido de pájaros en un hueco especial exterior de la fachada. Ese que hacen los "especialistas" para instalar el cableado del aire acondicionado. Ese hueco en la fachada, que debería tener unas dimensiones específicas para albergar solo el cableado, tiene en realidad unas dimensiones de piso de cincuenta metros cuadrados a escala pájaro común. Así, las familias de los pío, pío, todos los años, cuando es época de cría, vienen a su pisito de la costa, lo acondicionan y se reproducen alegremente.
Hasta ahora no nos había supuesto un problema. Igual que vivían, mantenían aseado el piso y no teníamos quejas ni de bichos, abejas u otros insectos desagradables que sabemos que les acompañan. Ellos mismos se encargaban de mantener una higiene digna de cualquier familia de pájaros. Sin embargo, desde la semana pasada observamos dos cosas inquietantes:
Una; que una cría debió caer y se estrelló encima del aparato del aire acondicionado muriendo en el acto (y ahí sigue su cadáver a la espera de que alguien se encargue de retirarlo. Estamos en ello pues es un mal sitio) y otra; que las arañitas que se quedaron en el nido andan colándose por el conducto de aire acondicionado.
Consecuencia de ello es que, durante la tarde noche, cuando estás leyendo en la tableta digital o en el teléfono móvil, te aparecen en pantalla, en las manos o, lo que es más inusual pero también ocurre, se deslizan por tus brazos en un intento de viaje de reconocimiento del terreno. Claro...la idea es nefasta porque los humanos no somos pájaros pero, al igual que los pájaros, podemos hacerlas desaparecer. La forma de hacerlo nos diferencia. Ellos se las comen y nosotros podemos aplastarlas con las uñas de los dedos como si de un piojo se tratase.
El crujidito que se escucha cuando las aplasto con mi uña del dedo pulgar derecho (ese que me corté con un cristal y el que me operaron de urgencias el día de nochevieja, ¿recuerdas?) es un crujidito muy especial. Hace un año quizás hubiese temido por mi vida y mis orificios. Hace cinco o seis, quizás temiese por las tempestades y tornados capaces de desalojar a los pájaros de sus nidos...pero a día de hoy tengo que deciros que "despiojar" mis paredes de las arañitas de los pájaros (porque no saben dónde pueden o no pueden hacer sus nidos) es fácil a la par que placentero. Basta con cubrirlo todo de blanco, esparcir un poco de spray insecticida y lucir la paciencia del sabio que al tercer día resucita, digo, vuelve a empezar.
He aprendido la lección. La experiencia es un grado y el paso de los días como observadora internacional ornitólóg(ic)a, otro. Todo esto me ha concedido un título muy especial que solo tienen aquellos humanos que, como yo, han aprendido letra a letra, con su propia sangre, un tintero y la última pluma que le quedó al pájaro que se atrevió a anidar donde no debía.
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