Proyecto cara de col | Proyecto caracol

Fase posdoctoral. Previsión de fondos para actuaciones extemporales

CC 4,0 Reconocimiento no comercial. Con la tecnología de Blogger.
  • COLABORANDO
  • NOTICIANDO
  • PUZLESÍA: RETALES EN PROYECTO

PRIMER ASALTO

Fuente imagen:
mahdirazor.tumblr.com
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pinterest


















Fuente imagen:
www.deviantart.com


—¿Qué error grave ha cometido la revolución tecnológica y por ende, sus últimos productos?
—¿Estás hablando de las redes sociales?
—¡#BINGO!
—Yo lo sé, yo lo sé.
—¡Dale!
—Las redes sociales han conseguido convertirnos a todos en agentes morales puramente racionales.
—Y, ¿qué consecuencias se derivan de eso?
—Demasiadas para ser explicadas. ¿Comenzamos por las obvias?
—Sí...sí, todos estamos pensando en lo mismo. La plaza pública, el escarnio, la sobrexposición mediática de nuestro día a día...
—La guillotina, la horca o la quema virtual...
—Yo me refiero a lo menos obvio...
—¿Te refieres al análisis del #BIGDATA sobre nuestra conducta con fines comerciales?
—Me refiero a ese análisis automatizado con fines espurios y (comparativamente inocuos para lo que pueden llegar a hacer con dichos análisis), al analista y sus informes posteriores y, a la automatización en sí, pasando de un nodo a otro nodo automático.
—¿De qué estás hablando?
—De retomar el camino una y otra vez para identificar, clasificar y etiquetar a los seres comportamentales a fin de conocer a qué grupo pertenecen.
—Pero no todos los seres humanos son clasificables.
—De ahí la necesidad de saber qué camisa se ponen, y cuándo son capaces de ponérsela del revés.
—Psicología de la personalidad.
—Psicología de la voluntad.
—¿Psicología del autocontrol?
—Eso... si eres capaz de identificarlo. Si no, más bien sería psicología del control.


Fuente imagen:
www.instagram.com




LAS CONTRADICCIONES DE LA LITERALIDAD INTERPRETATIVA, UNA CHICA MODERNA Y SUS INTERROGANTES.




Etta James
tu ropa
la levadura horneando ese pan
justo en el momento en que
superamos el amor,
la literalidad del lenguaje y
comprendemos
al fin
el aprendizaje automático de
la producción creativa.

Fuente imagen:
Maurizio Anzeri
Huffitongpost




No dice lo que dice sino que dice traspasando el mundo. 
¿Cuándo llegarás a comprenderlo?
¿Cuándo arrastrarás el significado interpretado y singular?

















Tus notas a pie de página
recuerdan
instigan
ordenan... la singularidad metálica,
el hombro supremo del día sin luz.




Fuente imagen:
dojo.electrickettle.fr





¿Quién dice que no ha llegado ya?
Sí,
llegó ese domingo, 
rey del sol.














Los números y
la curvatura de tu espalda
condicionada por
las creencias de Riemann.

Los campos y
sus proximidades magnéticas,
el eterno invierno de
estas manos que dejaron de ser las mías
para mostrarte
el espacio adherido a ti.

Fuente imagen:
thejealouscurator






¿Quién dice que no salteamos los conceptos?
















Tu presencia
tu sigiloso estupor distribuido por todas las planicies,
tus avisos...
el instante inherente a tus
precipicios
tu presente extenso y las líneas de Faraday
los lunes...de recuerdo.


Fuente imagen:
Nuria Barrantes
Flickr




¿Quién reproducirá las cuestiones necesarias y
 tomará de la vida lo único no mostrado?
¿Quién?
















La lista de respuestas,
los interrogantes sin contenido
el suburbio deshumanizado
el control exhaustivo de las sílabas.
Serán ellos los indígenas menos cautivos.

¿Serán ellos...
el rayo de luz que buscas?


Relatos de la serie Alejandra y los caracoles
Otros relatos relacionados por orden
La interpretación de los caracoles o de cómo las apariencias engañan 1.
La interpretación de los caracoles o de cómo las apariencias engañan 2.
Un monólogo impensable en la estratosfera 1.
Un monólogo impensable en la estratosfera 2.
Tu vida telenovelada no es siquiera la sombra de lo que podría ser.
El descarte de Alejandra, sus silencios y la construcción de un enjambre.
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Alejandra y Montenegro. No saber de negativas y el resultado imperfecto...
Alejandra, el café y otro libro que descartar.
Iván no es tan tonto, ni sus confesiones son tan escatológicas.
Alejandra y su primer día de trabajo como..."ponga aquí..
¿Se puede saber a qué ha venido eso?
Alejandra Toc Toc, la buena educación de los monos...
Alejandra y los caracoles: una provocación...
Alejandra y los caracoles: te pongas como te pongas, la guerra está ganada.




Alejandra disponía de los sábados y domingos por la tarde para su ocio. Así, intentaba alejarse de todo. No comunicaba a ninguno de sus amigos dónde se encontraba porque, al ser la única del grupo que tenía casa propia e independencia económica, intentaban agarrarse a ella como garrapatas.
Casi todas las semanas, en horario de clase recibía mensajes para que cediese su techo amablemente. Nunca preguntaba para qué. La única regla: que dejasen las cosas tal y cómo se las habían encontrado, de lo contrario no volvían a pisarla. 
A cambio conseguía más: una casa impoluta.  Al regresar los domingos por la noche, la cocina; recogida, el baño; olor a desinfectante, la habitación; sábanas limpias y ni rastro de ropa por el suelo. Alejandra tenía lo que todos anhelan, buenas amistades interesadas.

Del fin de semana, los sábados por la tarde los reservaba escrupulosamente para dedicarlos a la lectura. Cogía su tablet y se escapaba cual fugitivo, a leer. El lugar elegido casi siempre era  la cafetería de Robert que se encontraba a escasas dos manzanas de su residencia. 
Entró, saludó al dueño y se sentó. Al ser cliente habitual, siete minutos más tarde le servían su café con leche y un dado de chocolate, cortesía de la casa.
Allí sentada comenzaba su selección.
Fuente imagen: La mariniere
-Vamos a ver... por dónde empiezo hoy... En el enjambre...Byung-Chul Han..., me da un poco de pereza, pensaba revisando los títulos de que disponía en la tableta digital-. ¡Ah! ¡Paul Auster!- exclamó como si no recordase que se encontraba allí "Smoke & blue in the face".

Empezó a leer. Pasados diez minutos, percibió una amplificación sonora molesta y levantó la cabeza de su inmersión. La cafetería estaba repleta de gente. En ese horario solía tener tres o cuatro mesas salpicadas de dos o tres personas cada una. Sin embargo; lleno absoluto. No cabía ni un alfiler más. 
Cuando quiso darse cuenta, tenía delante de ella a un chico de más o  menos su edad con un libro en la mano.

-Disculpa que te moleste, ¿te importaría si me siento aquí? Es que  no hay más sitio. Prometo no molestar. Yo también quiero leer- dijo extendiendo el brazo para que corroborase que el libro era de verdad y su motivo para tomar asiento.

Su mohín de desagrado la delató, incluso antes de que hablase, pero como la cara de aquel chico gesticulaba muecas de "por favor" "por favor" a falta sólo de juntar las manos y arrodillarse, cedió.

-Si sólo vas a leer y no me interrumpes..., puedes sentarte- le replicó sin prestarle demasiada atención.
-Prometido. 

El muchacho tomó asiento y abrió su libro.
Al desplegar las tapas Alejandra, de soslayo leyó el título y apretó los labios para que no se le notase la sonrisa. "En el enjambre", justo el libro que ella descartó hacía unos minutos. 
Al menos no es perezoso, pensó prosiguiendo con su lectura.




Acumulamos suficiente origen para
resguardarnos de la paciencia lingüística,
de las promesas de incertidumbre,
de ciertos giros cerebrales sobre inteligencia terrenal quebrada.

Si recopilásemos las conclusiones
¿celebraríamos quizás la llegada a Ítaca?
Piénsalo...
no lo creo.

Algunas circunvoluciones caóticas
pueden
suspender en el aire los sueños,
sustituirlos por espirales imaginativas,
por creyentes en geometrías diluyentes,
auspiciantes originales de nexos que no son tal.

Hoy he levantado mis párpados
he visto la luz y,
he destruido la potencialidad
(exponente último de tus intenciones)
con el único objetivo de
superar
tu lógica difusa.






El arte de la danza
Fuente imagen: Elisabeth art



























Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.



Eran aproximadamente las seis y media de la mañana del domingo. El doctor Quant, preocupado ante la imposibilidad de diagnóstico y viendo el perfil inusual que había tomado "la situación", decidió ir a visitar a uno de sus antiguos pacientes.

Ese antiguo paciente era Ataulfo o también conocido como el panadero matemático.
Ataulfo solía abrir el negocio los domingos.  A media persiana, para dar a entender elegantemente el "estoy pero como si no estuviese" realizaba, normalmente, la limpieza semanal pertinente y escaneaba el local en busca alguna chapucilla que enmendar. Aprovechaba también la excusa para permanecer a solas durante al menos hasta la hora de la comida. De esta forma conseguía conciliar vida laboral con la familiar, porque durante ese breve espacio de tiempo de que disponía, podía elucubrar, investigar y realizar experimentos para ofrecer mejores, más naturales y novedosos productos a sus clientes.

Ese domingo se encontró leyendo un capítulo de las Teorías del Todo, cuando escuchó tres toques rápidos y leves en la persiana.
Se acercó a la cristalera y se inclinó para ver si podía adivinar quién era el que se atrevía a andar por la calle un domingo y, a esas horas.


-Buenos días Tau, disculpe que aparezca en fecha y hora tan intempestiva.
-¡Hombre Doc!- exclamó gratamente sorprendido el panadero-¿Cómo usted por aquí? Hoy no tenemos pan, ni ensaimadas...sabe que es mi refugio y son mis horas.
-Ya, mire... no quería molestarle, pero es que creo que es una urgencia.
-¿Una urgencia?- preguntó intrigado- No sé en qué podría ayudarle un simple panadero como yo- prosiguió pensando en voz alta mientras se rascaba la cabeza.

Fuente imagen:lundlund.com
Conocía a la perfección qué hacía allí. La geolocalización mental funciona a la perfección en individuos como él, en cien kilómetros de distancia mínimo. Lo que ocurría es que le parecía algo inusual porque la señal era intermitente y por lo tanto no de fiar.

-Usted sabe a qué he venido, no quiera disimularlo. Sé que he tardado mucho, pero quería descartar otras posibilidades. Llego a la conclusión de que no puedo diagnosticar y es preocupante porque sabemos todos que es mejor un diagnóstico de transtorno antes que...

-Bien...no siga, será mejor que lo deje ahí. Está bien. Creí que era un falso positivo, pero veo que no- interrumpió el maestro panadero- Será mejor que no diga nada. ¿Podría...?

-Sí, creo que podría traerla un día a comprar pan y ver qué ocurre.
-¿Ha dicho "traerla"? ¿Mujer?
-Sí.
-Pero...nunca...antes...conocía... en otros países...pero...siempre habían...ya sabe…-siguió tartamudeando justificando el pensar que el encuentro iba a ser entre hombres.
-Ah ¿sí?, obviamente lo desconocía-interrogó sorprendido el Doctor- Aunque, comprenderá usted que, por mi propia seguridad, prefiera no saber nada más...
-Sí, sí, discúlpeme- acabó diciendo Tau tomando posesión otra vez de la compostura.
-¿Le parece bien?
-Me parece bien.
-¿Es necesario que le avise?
-No. Intenten venir en día festivo. De lo contrario sabe que puede haber demasiado flujo de información y podría llevarnos a equívocos.
-Otra cosa- comentó despacio el Doctor Quant- ¿podría quedarme? Sería interesante... ya sabe, como muestra científica.
-No lo sé, Doc. Es la primera vez que tendré contacto con alguien como yo-confesó-Deberíamos limitarnos a ver qué ocurre- dijo acompañándose de un suspiro conscientemente lento.












Que lo pare la ciencia,
que alce la mano exigiendo el cese.
Que grite seca,
encontrando el motivo suficiente,
la locura de ser.
La estancia vacía que dejaste,
las lágrimas que se derramaron
y no te dejaron beber,
aunque tuyas fuesen.

Que lo pare el horror ajeno
convirtiendo el estadio de otros
en superioridad vigente
en las estrellas.

Que los paren
que los distingan entre todos
y les acumulen viento en los bolsillos,
pasando un pulcro silbido de aviso
para navegantes.

Que los pare la ciencia
que el mar les engulla para no tener que verlo más.
Que encuentren el Necronomicón
y lo lean
y lo teman,
y lo encajen con un cerrojo entre las sábanas de los
que no crean ver en él
el futuro del mundo.

Boca callada. Fuente imagen: pinterest
Fuente imagen: pinterest






























Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.



–¿Querido?¿Querido?¿Escuchas eso?

Las 2:45 de la madrugada del sábado eran exactamente cuando la señora Abbot zarandeó a su esposo que yacía plácidamente dormido.

—¿Qué?¿Qué dices Jana?—carraspeó entre dientes el Doctor Abbot intentando despegar sus párpados para abrir los ojos.
Fuente imagen: unikate-auction.blogspot.com.es  Un violín
Fuente imagen: unikate-auction.blogspot.com.es
—¿No escuchas eso?– insistió la señora Abbot.

El señor Abbot se incorporó torpe y adormilado para encender la luz de la mesita de noche. Una vez hubo realizado dicha acción y, apoyado en el cabezal de haya macizo, tallado a mano por Amerindios que le regalaron para sus bodas de cobre unos colegas americanos del Stanford Hospital, cruzó sus manos entrelazando los dedos. Pasados unos segundos, con gesto ceñudo y con el dedo índice golpeando el nudillo de su homólogo en la mano izquierda, acabó diciendo claramente disgustado:

—¡Qué!¿Qué se supone que tengo que escuchar?

—Música de violín.

El señor Abbot, volvió a darle una oportunidad al caso y le prestó toda su atención auditiva.


—¡Por favor, Jana!¡No se escucha nada!— exclamó entrando en fase interpretablemente colérica.

El Doctor Abbot, en un gesto de rapidez magistral, alargó su mano izquierda golpeando rápidamente el interruptor de la lamparilla de noche y se acurrucó de forma lateral en la cama, dándole la espalda a su mujer y enfurruñado le espetó:

—¡Duérmete, haz el favor!

Pero Jana no podía dejar de escuchar a aquel violinista tocar insistentemente. Pasados quince minutos y, tras comprobar que el señor Abbot dormía plácidamente, optó por asomarse a la ventana.  Dirigió su mirada con el ojo bueno y el malo, a todos los posibles puntos cardinales,  además de inclinar su cabeza hacia abajo y hacia arriba. Definitivamente, y, pese a que se escuchaba alto y claro, allí no había nadie, su lupa no mentía. Al abrir la ventana y asomarse, aquel sonido musical se hizo más intenso. La señora Abbot intentó reconocer la pieza musical. Era "Tocata y fuga" en RE menor(esto lo supo después) pero con un violín. 

 —¡Asombroso!...— pensó.




Este es uno de los relatos que forman parte, por orden, de la serie La señora Abbot:
La señora Abbot, el doctor en casa...
El paseo matutino 1
El paseo matutino...2
La señora Abbot y cuando el tú...
Apresúrate Mafalda, tú deberías evolucionar más que nadie.
Un violinista en mi tejado 1
¿Un violinista en mi tejado..2?
Efectivamente un violinista...3
El panadero y su falso positivo...
Alcohol, no gracias...1
Alcohol, no gracias...2
Alcohol, no gracias...3
El amanecer willkommen...
La señora Abbot y el pan...1
La señora Abbot y el pan...2
La señora Abbot y el pan...3
La señora Abbot y el pan...4
La señora Abbot, el nombre del violinista...1
La señora Abbot, el nombre del violinista...2
La perspectiva hace la forma...
¿Por dónde iba...?
Ventajas y desventajas...1
Ventajas y desventajas...2
La perfecta alineación de unos zapatos...
El trastorno borderline...
La señora Abbot se va de vacaciones
El crucero cruzado, información inesperada...
El triatlón, la función musical para público especializado...
La señora Abbot, la pajarita que jugaba al póker y el momento...
Muchas pajaritas para tan poca isla...
Logaritmos neperianos...
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor I
La señora Abbot: Jana, si vuelves, limítate a los detalles, por favor II
La señora Abbot y el patrón inevitable de lo que vendrá.
La señora Abbot: tejiendo el inconsciente y sus patronistas.




La Señora Abbot suele salir a andar los domingos por el extenso paseo de hormigón que se encuentra a las afueras de su ciudad de residencia intermitente. Cuando el sol es radiante, es imprescindible que lo haga con lo que ella misma denominó: gafas silenciadoras de la realidad.

Su esposo, conocido parlamentario y médico de profesión, no la acompaña mas que en contadas ocasiones y, suele hacerlo, por interés1. 
El Señor Abbot, en días festivos, cumple una rutina ancestral familiar: desde las siete en punto de la mañana se abandona a una de sus lecturas, en papel o artefacto tecnológico2. 
Todos los domingos, la Señora Abbot, como otra gran rutina familiar dominical, pasa silenciosamente por delante de su marido, ubicado cómodamente en su sillón orejero del salón principal de la casa, con el único fin de captar la atención para que la acompañe en su periplo.



Fuente imagen: pinterest  Lugar: County Cork, Ireland.
Fuente imagen: pinterest
Lugar: County Cork, Ireland.
-Querido, ¿vienes a andar?-dice colocándose las gafas de sol.


-¡No lo dudes!-exclama con seguridad- Hoy es el mejor de los días para hacerlo. El suplemento dominical lleva un artículo de 6 páginas a color sobre el nuevo planeta descubierto por la NASA.


-Vaya...me había hecho ilusiones al respecto.


-¿Ilusiones? Ilusiones me las haré yo cuando dejes de colocarte las gafas de sol por miedo a la hipersensibilidad visual- dejó caer el Señor Abbot con cierto retintín al verse reflejado en aquellas lentes oscuras tras las que se escondían los ojos de su mujer.


-No me lo estoy inventando, si a eso es a lo que quieres llegar con tu argucia argumental, que ya nos conocemos-dijo la Señora Abbot con el ceño fruncido, claramente disgustada.


-No, querida, no te preocupes. No es un invento. Todos sabemos que la hipersensibilidad visual puede tener grandes consecuencias para el siguiente escalón evolutivo. Es una de las hipótesis de uno de mis pupilos. Creo que voy a co-dirigirle la tesis.

Ella, muestra su sorpresa con un gesto facial poco común. Abre tanto los ojos que su esposo puede verlos sobresalir por la parte superior de las gafas que lleva puestas. Su incredulidad es notable.

El señor Abbot, hasta hacía unas semanas, ha sido crítico con el estado de su esposa. Su diagnóstico, deformado precipitadamente por su profesión, es claro: una perturbación paranoico-mental transitoria que, asegura, puede ser tratada profesionalmente por un psiquiatra.



1. (El periódico dominical trae consigo un suplemento, tildado de interesantísimo por el propio señor Abbot, que dedica sus páginas a mostrar los resultados obtenidos de las expediciones interplanetarias que se vienen realizando desde que el Parlamento Mundial obligó a los terrícolas a pagar la maldita tasa T886 de forma obligatoria a todos los ciudadanos censados en cada país con un puesto fijo de trabajo).
2. Ávido lector, devora libros, panfletos de redes sociales, artículos de revistas de papel o digitales...lo que se conoce un lector comprometido con su alter ego.
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