Tocaron tres veces a la puerta.
–¡Pase!
–Señor, ya ha pasado.
–¿Ya? Si que son eficientes –respondió el Presidente incorporándose en el sillón.
Agustín, se acercó satisfecho depositando los periódicos del día encima de la mesa presidencial como hacía rigurosamente cada mañana. La forma de abanico que mantenían, le permitía observar en todos los medios, la
noticia en portada.
–Le dije que eran los mejores.
–Entonces, ¿ha caído el precio del Litio?
–Hasta mínimos históricos.
–Me pregunto si será suficiente. Necesitamos que perdure en el tiempo.
–¿No era ese el plan, señor? No nos quedamos solo ahí, súmele varias noticias falsas salpicadas en las noticias de diversos periódicos internacionales. Eso permitirá respirar al sector.
–Y, rearmarnos.
–Bueno, eso también.
–¿Qué sabemos de Afganistán? Estoy harto ya del tema.
En los últimos años, agentes autónomos (AA) descubrieron que en Afganistán existían minas que dispondrían de un número mayor de reservas de Litio que las del triángulo Argentina-Chile-Bolivia. De ahí que los americanos dilatasen su presencia eufemística, por aquello de la estabilidad social y democrática.
–Hemos infiltrado a diversos agentes.
–Imagino que con tapadera sostenible –insistió.
–Sí, señor. Imagina bien. Son investigadores universitarios. Se encuentran allí con una beca sobre el agua.
–Me es indiferente el motivo, lo que quiero saber es que es lo suficientemente sólida como para poder mantenerse sin ser descubierta.
–Lo es, señor. Confíe en nosotros.
–Sí. Confío. Ya lo sabe. Son ustedes una familia de genios. Lo que no alcanzo a comprender es cómo es posible que sean tantos...
–Señor, ya sabe usted que valemos más por lo que callamos.
–Cierto es. Muy cierto. La discreción es una cualidad muy valorada si quieres mantenerte. La lealtad viene después, pero, eso es otra historia.
Agustín Legajo era un asesor de Presidencia experimentado. Durante sus más de treinta años de servicio trabajó con siete gobiernos distintos, de otros tantos países, a veces, simultaneándolo.
Desde el principio, su quehacer fue impecable. Como asesor profesional, permanecía en contacto con diversos grupos de influencia con los que siempre podía contar.
Lejos de lo que pudiéramos pensar, su potencia para modificar las cosas tenía más relación directa con el nutrido número de familiares de que disponía a lo largo y ancho del globo terráqueo que la divinidad atribuida por muchos.
En este caso Bolivia, acudió a él porque el mercado del Litio corría grave peligro. El triángulo del preciado metal se encontraba en una pugna sucia (muy sucia) con las empresas extranjeras que explotaban las minas con acuerdos comerciales abusivos. China, Rusia y Alemania, intentaban buscar las excusas necesarias para adueñarse del producto. Y, ya sabemos todos lo que significa eso: colonización forzosa con cualquier excusa.
Afortunadamente para el gobierno boliviano, la hermana de Agustín era un agente freelance en el gremio de "los sombrereros".
Para el gremio de los sombrereros este era un trabajo base, bien pagado y de prestigio curricular para el grupo. Esto les permitía mantener sus instalaciones y personal sin mucho esfuerzo.