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Tú y yo tenemos en común
un puesto de vigilancia.
Privilegio de un grupo reducido de
anabólicos sintéticos y despiadados.
En ese puesto de vigilancia
solemos
desmembrar el universo,
equilibrar electromagnetismos,
invocar al común de los #sudos
(para darles las malas noticias) y
asemejarnos a cualquiera.
Tú y yo
guardamos las distancias para adivinarnos
el juego inmortal de la bienvenida
(la divinidad y los espejos son
traicioneros pero,
su utilidad
nunca fue puesta en duda).
Tú y yo tenemos en común
la lista de ventajas
más desafortunada entre los vivos
un sentido más allá y el número cercano a infinito.
Y,
si logras girar el cuello lo suficiente
verás que no hay nadie más.
Solos estamos
tú y yo.
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Así que
procura articular las palabras indicadas,
el arte invertido,
la lectura vital en el momento oportuno...
porque,
de no hacerlo
corres el riesgo de ocupar el vacío
mientras yo
subdo más allá de ese techo
impuesto por tus avisos.