TIEMPO DE GRANADAS

ES TIEMPO DE GRANADAS. 

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Recibo una llamada, de esas que me gustan tanto. Esas que plantean problemas cuyas soluciones son indeseables e incluso desembocan en caminos cuya irresolubilidad, según el planteamiento, es estanca o, al menos, lo parece. Después de media hora de diálogo, un hasta luego y otra llamada más que intenta mostrar algo olvidado o recordado en el último momento, proseguimos con otra hora más de diálogo durante el cual llegamos a deshacer(a través del diálogo, la pericia del experto desde el otro lado del teléfono y una magnífica vuelta al origen) repito, llegamos a deshacer el nudo provocado desde el exterior.  Provocado por otros, aquellos expertos marineros en el arte del anudado. ("Fer i desfer, faena del matalafer", dicen por las Valencias...) 
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Una vez conseguido, decido levantarme de la mesa que me dio de comer, me dirijo a la cocina sintiendo la necesidad IMPERIOSA de comenzar a golpear con mano firme las granadas que una semana antes, me había hecho llegar una amiga. Comienza el procedimiento: Coger granada, cortar por la mitad con cuchillo afilado, coger mitad, cucharón de madera, golpear corteza, golpear, golpear, golpear. Coger la otra mitad, cucharón, golpear, golpear, golpear. Segunda granada, cortar por la mitad, merde! El cuchillo me ha rozado cariñosamente el dedo índice izquierdo. Lejos de amilanarme, noto como me hincho como si fuera un pavo... y nuevamente vuelvo a la carga. Esta vez cojo la granada con la mano izquierda, midiendo mis movimientos como si de desactivar explosivos se tratase pero, con el dedo índice en el aire, con la gota de sangre a la espera de un movimiento en falso que limpio pasándole la lengua antes de seguir con el proceso. Pincho suavemente asegurando el perímetro de la granada para no caer otra vez en el mismo error. Nunca más, seguro. Y vuelvo a repetir el mismo procedimiento en ésta y en otra granada más. Me canso y decido repetir más adelante. Guardo las granadas restantes en la bolsa originaria. 
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Con el movimiento, escucho un ruido. Al alzar la bolsa
observo una piedra pequeña. Una piedra negra. (¿Una piedra negra?). Llamo a mi amiga y le pregunto qué significa aquello. Que parece semipreciosa, por si se le hubiese caído de algún abalorio. Confirma que en la bolsa no había nada y que, desde luego ella no ha puesto la piedra allí. ¿Dentro de la bolsa o dentro de las granadas?, pregunta. Bueno... jamás me habría planteado que hubiese salido de las granadas pero ahora...nunca lo sabré. Por cierto, la piedra negra es azabache. No es una sola, son dos y están abrazadas o pegadas (si se quiere ser más exacto con la interpretación...) con algún pegamento extra fuerte. Sí, sí. POXIPOL  como mínimo...

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2 comentarios

  1. Me encantó, Azahara. Una historia impecable en tres párrafos, como tres movimientos musicales del ánimo: Alteración, descarga de emoción contenida, reflexión. Muy bueno.
    Ariel

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