—Pero, pero...¿a qué se refiere?¿Algo así como un cliente misterioso?

—Bueno, en realidad no. El cliente misterioso es una figura un poco más guiada. En este caso, el señuelo va por libre.

—Usted sabe que eso no es así —contestó con la sonrisa del que conoce la respuesta correcta —. Un señuelo suele ser un elemento que, en definitiva, se utiliza para atraer o convencer a una persona, normalmente de forma engañosa. No es posible que usted vaya por libre, no le conozco, por lo que no tiene motivos como para que me quiera engañar.

—Sí, pero voy por libre y ofrezco mis servicios.

—Y, si va por libre, ¿qué quiere de nosotros?

—Bueno, me gustaría poder contar con ustedes a cambio de un contrato de trabajo. Por horas o como sea...ya sabe que lo de ser autónomo está fatal para lo de trabajos esporádicos.

—Pero, perdone, para eso ya están las empresas cooperativistas que facturan por usted.

—¿Usted sabe que esa figura jurídica deja muchos huecos sospechosos? —preguntó en su turno de palabra.

El director de la oficina de trabajo temporal volvió a sonreír.

—Sí, bueno...es cierto, pero no nos desviemos del tema —.

Su semblante despedía un aire de intriga incómoda —¿Dice que lo que busca es trabajo de señuelo? —prosiguió retomando la entrevista como solo los grandes responsables de recursos humanos saben hacer.

—Sí. Exacto.

—En este punto de la entrevista es en el que usted debería comenzar a explicar en qué consiste su propuesta —insistió ejerciendo un movimiento circular con ambas manos al ver la actitud impasible del entrevistado.

—Sí. Tiene toda la razón —carraspeó estirándose como si fuese a levantarse de la silla —. Mi trabajo consiste en ser señuelo todo el horario laboral.

—¿Cómo? Explíquese, haga el favor —insistió ya visiblemente alterado.

—Sí, por supuesto —. Pues me encargo esencialmente de atraer y convencer.

—Y...¿eso es todo?

—Sí.

—¿Y qué quiere que haga yo con eso?¿Cómo quiere que ofrezca a mis clientes sus servicios?

—Yo solo puedo decirle que medite las posibilidades que se abren ante usted de una figura laboral como yo.

—¿Ah, sí?¡¿Que medite?!

 La #ira comenzaba a apoderarse de su cuerpo. La notaba subir como cuando asciende una arcada inesperada tras una comida copiosa.

—Sí... Piense. No se altere. Usted sabe que un trabajador señuelo puede ser muy beneficioso para cualquier empresa. Piense, piense...un trabajador que se encargue de atraer de forma engañosa...—decía mientras envolvía su discurso para regalo.

—¿A quién? ¡Por Dios, avance!

—¡Esa es la pregunta correcta!¿A quién va a ser?¡A otros trabajadores!

—¡¿Para qué?! —gritó preguntando el directivo de la ETT.

—Mire, así es muy difícil. ¿Seguro que usted está aquí por méritos propios? —preguntó mirando al techo como si hablase a un tercero omnipresente —Un empleado contratado por méritos propios ya lo habría deducido, la verdad.

—¿¿Qué?? —expelió el entrevistador sincronizando el grito con su levantamiento corporal —¡Salga ahora mismo de mi despacho y no vuelva a venir por aquí!¿Me ha oído?

La furia con que despidió al posible candidato fue tal que el empuje de su cuerpo hizo que la mesa de cristal se desestabilizase y se estrellase contra el suelo. Ella y todo su contenido se esparcieron por el parqué de madera noble de roble dejando una bonita alfombra de minúsculas piezas de cristal parecidas a un camino de migas de pan.

—¡Mire lo que ha conseguido!¡Fuera, fuera! –gritaba cual energúmeno llevándose las manos a la cabeza —¡Lárguese de aquí!

El excandidato hizo mutis por el foro sin oponer resistencia. La secretaria, que no pudo evitar escucharlo todo desde fuera, agachó la cabeza y soltó un "buenos días" un poco más silencioso de lo normal al paso del muchacho en dirección a la salida.  Justo en la puerta, se cruzaba con otro caballero que pretendía entrar. Sus miradas se intercambiaron cierta información que parecía flotar en el ambiente solo para ellos.
Vestido con un elegante traje azul marengo, pañuelo a juego en el bolsillo de su chaqueta y corbata verde botella, el hombre de porte serio, cruzó el umbral, saludó a la secretaria con corrección de empresario-propietario y se dirigió sin preámbulos al despacho del responsable de RRHH entrando sin llamar.

—Daniel. Estás despedido.

-Buenos días.

-Buenas.

-¿Nombre?

-Maurice Stranger.

-Muy bien.

-En su currículo dice que es usted deportista de élite- prosiguió el especialista en filtración de disciplinas- sin embargo no especifica usted en qué.

-Ah...sí bien. En mi país soy Elongador de flexómetro  y emprendedor.

Sonó un trueno a la vez que el visitante contestaba orgulloso. Diluviaba en aquel preciso instante.

Se hizo el silencio. El entrevistador era incapaz de articular palabra. ¿Quéee?,  preguntó al aire mentalmente. Un par de segundos después, regresaba a la tierra para coger un bolígrafo.

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-E-l-o-n-g-a-d-o-r de fle-xó-me-tro- pronunciaba mientras escribía en el margen izquierdo del documento- Y...explíqueme caballero...¿qué rutina realiza un "elongador de flexómetro?¿Qué tipo de entrenamiento? Comprenderá que debemos especificar todo lo posible para poder dotarle del presupuesto necesario para ser becado ya que en este país se desconoce su deporte.

-De ahí  lo de "emprendedor" y mi propuesta a través de la embajada de abrir campo deportista profesional en esta modalidad. Y por eso...estoy aquí.

-Ajá...bien...prosiga. ¿En qué consiste?

-Normalmente en competición ordinaria...

-¿Cómo que en competición ordinaria?-interrumpió cada vez más asombrado- que ¿también hay competiciones extraordinarias?

-Sí, sí. Pero eso suele ser al final. En la final sólo se miden los dos mejores de cada isla.

-Pero...me estoy perdiendo. ¿La cosa va por islas?

-Sí...sí, en mi país, bueno...en realidad es un conglomerado de islas en el pacífico ¿Ha oído hablar de Kiribati?

-No. Jamás.

-Pues debería ir. Tenemos nuestros propios París, Londres y Polonia. Gracioso ¿no cree?-rió nervioso.

-Curioso, cuanto menos...-Y dígame ¿Cómo sabe usted hablar tan bien nuestro idioma?-concretó el funcionario cruzándose de brazos aprovechando la acción para apoyar todo el cuerpo en la mesa.

-Bien, mi madre es de aquí. Se casó con mi padre en un viaje...de vacaciones.

 A esas alturas de la conversación sus ganas infantiloides de sorna se esfumaban lentamente...

-¡Ah!...comprendo...Prosiga por favor...- volvió a decirle. Mientras, escribía pequeñas anotaciones "criptográficas" en los márgenes de la solicitud.

-Pues verá...Una competición de elongadores es muy divertida. La competición estatal comienza por el grupo de personas que hayan logrado vencer en sus respectivas aldeas. Solo puede quedar uno por aldea ¿sabe? Nos reunimos en la capital y comienzan los descartes. ¡oh! ¡No sabe usted lo divertido que es! Es un deporte nacional muy reconocido...

- En su país...

-Sí, sí.

-Ya...ya...pero todavía no me ha explicado en qué consiste...

Había desistido del todo de burlarse del caballero, para pasar a ponerse muy nervioso porque tenía una pila de documentación que debía tramitar. Llegar a los objetivos propuestos por el ministerio de cultura y deporte no contemplaba perder el tiempo. La friolera de treinta y tres minutos cruzados de brazos escuchando a aquel apasionado cuenta cuentos, tenían la culpa de su retraso.

-Pues  la elongación de flexómetro, consiste en extender el flexómetro hasta el punto máximo evitando que se doble. Gana, como es normal, por descarte...¡¡¡aquel participante que mantenga el flexómetro erguido hasta el final! ¿A qué es magnífico?

Fuente imagen: Debbi'sblog

-¡Oh!...- exhalaba con los ojos emplatados el funcionario del ministerio.

 Imagínense su cara de estupefacción.  Pero...¿Qué me está contando este hombre...?, pensaba visiblemente molesto. ¡Dos minutos le doy! Dos minutos más para convencerme y lo lanzo personalmente en línea recta y sin doblarse ni un milímetro...¡ pero a la calle!, concluía para sí mismo intentando disimular.

-Esto..y..dígame..¿qué tiene de interés para los lugareños dicha competición...? Comprenderá que es algo tan novedoso que no acabo de entender el alcance.

Cualquier conciudadano se habría dado cuenta desde el principio que le seguía la corriente.

 En realidad pensaba que aquel muchacho era otro chalado de los que normalmente aparecen por la oficina solicitando ser becados sin tener en su palmarés mérito alguno, pero aquel chico no se amedrentaba (pudiera ser que no se enterase).

- Pero no puedo explicárselo...¡¡tiene que verlo...!!Casualmente tengo aquí mi flexómetro y le he traído uno para competir. Son los dos de la misma marca, modelo y tipo. Es requisito imprescindible para hacerlo en igualdad de condiciones.
-¡No me diga...!-exclamó soltando una leve risa   .
-Entiendo a la perfección que le parezca inaudito. Es normal. Y es que...hasta que no se prueba, no se comprende. Es...¡cómo decirlo!...hipnótico...,sí, sí..¡esa es la palabra!

 Aquel funcionario, suspiró derrotado. ¡De perdidos al río!, pensó. Son casi las dos, por lo que...Qué puñetas, ¡juguemos!

Fuente imagen: merchalia

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