Sábado por la mañana. Las nueve. Hora de la cita a la que debía acudir. El edificio totalmente acristalado debía tener unos catorce o quince pisos. No el dio tiempo a contabilizarlo, los nervios no le dejaban pensar. Entró sin más. Ni rastro de personal en el espacio reservado a recepción. Dirigió la vista hacia delante y observó los ascensores. Siguió caminando. Pulsó el botón correspondiente. Al entrar volvió a pulsar el piso. El séptimo piso.
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A los cinco minutos escasos de tomar asiento, apareció una compañera de unidad. No se conocían demasiado, no tenían contacto puesto que él acababa de licenciarse y se estrenaba. Estrenaba puesto, ciudad y vida.
-¿Es tu primer curso?- preguntó sin más.
-Sí. Estoy un poco desconcertado. Es obligatorio para los que pasaron las pruebas. ¿No?
-Sí, y además confidencial.
-Eso es lo que más me escama. ¿Por qué?
-No tengo ni idea. ¿Te has leído bien el acuerdo?
-Sí. Tanto misterio me pone nervioso.
-No sé... a mí no me preocupa demasiado. Otros compañeros me han hablado bien del curso, aunque no me han contado absolutamente nada. Y eso que he intentado sonsacarles...
-Sí para eso somos buenos-susurró sonriendo.
No les dio tiempo a presentarse. Debería haber sido lo lógico. La lógica allí parecía ausente.
Pasados unos minutos en los que permanecieron en silencio entró una señorita muy bien vestida, de cabello largo y oscuro. Atravesó la sala por delante de ellos y se colocó en un extremo de la mesa. Justo en el inicio del eje mayor de un óvalo imaginario.
Pasados unos minutos en los que permanecieron en silencio entró una señorita muy bien vestida, de cabello largo y oscuro. Atravesó la sala por delante de ellos y se colocó en un extremo de la mesa. Justo en el inicio del eje mayor de un óvalo imaginario.
-Buenos días a los dos.
-Buenos días- respondieron amablemente.
-Mi nombre es Sofía y voy a ser su...cómo decirlo...-expresó con una leve pausa- "coach" ¿No le dicen ahora así? Sí...-rio contestándose a sí misma- yo prefiero denominar a esto, entrenamiento. De ahí que seré, en realidad, su entrenadora.
-Un momento, disculpe que la interrumpa- expresó dubitativo el "novato"- ¿No esperamos a nadie más? ¿Solo estaremos nosotros dos?
-Sí. En esta primera fase sí.
Los dos se miraron a la vez que su incredulidad hacía asiento aleatorio en los sillones.
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