I. KNOCK, KNOCK: NATURALEZA DE ENTRADA EXENTA DE PREJUICIOS.
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Knock, knock.
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Fuente imagen: Sofía Bonati |
Parecía un hombre y su cara le resultaba familiar. Desde esa perspectiva era incapaz de identificarlo y preferí volver al salón para comunicarme con él. Tomé asiento en el flamante y nuevo sofá flowchair y mi cerebro se encargó del resto.
—¿Quién es? —transmití—. En la puerta se volvía a escuchar el toc, toc.
—¿Qué quieres? —insistí con los ojos cerrados—. La infalibilidad de la transmisión era incuestionable. Me iba el prestigio en ello. Era profesional de la ciberseguridad desde que tenía 12 años. El visitante debía saber que contactaban con él. ¿Por qué no respondía? Si, como se suponía, se cumplía la LGDP, nadie podía tener acceso a tu cerebro sin tu consentimiento. La transmisión debía realizarse sin problema alguno por el único canal abierto para ello; sí o sí.
Pero, ni contestaba a mi interpelación ni el sonido de llamada manual cesaba en la entrada. Me levanté preocupada, me dirigí hacia el sensor del escudo láser de seguridad, y acercando mi huella dactilar di la orden de apertura. El recelo con el que actuaba no era para menos, alguien que no contestara a la Intracomunicación Cerebral(IC) se encontraba fuera del sistema y si se encontraba fuera del sistema, no podía ser ubicado ni controlado (y eso para empezar...). Con mi estatus gubernamental debía tomar todas las precauciones posibles.
Mis brazos cruzados y la posición de apoyo corporal sobre una pierna mientras con la otra golpeaba el suelo con la punta del pie mostraban, con claridad inusual, una expresión desafiante y disgustada a la vez, que me sorprendía hasta a mí misma.
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