II. KNOCK, KNOCK: NATURALEZA DE ENTRADA EXENTA DE PREJUICIOS



Fuente imagen: Annette von Stahl
—Y, ¿bien? —pregunté en voz alta mientras observaba, ahora con más claridad, que era más que probable que por su edad avanzada no tuviese activado e incluso ni implantado, el Software de Identificación Nacional Genético (también conocido como SING)1.
—¡Gracias al Sol que estás bien!¿Dónde estabas?¿Puedo pasar?Tu madre está con el alma en una  cuerda. Acaban de darme el estudio sobre implantación de retina del Doctor Spin —soltó así sin más.
—¿Perdón?¿Mi madre?¿Qué estudio?¿De qué habla? —. En ese instante, rebusqué sin mucho éxito (por mí misma y sin ayuda del explorador cerebral, o EC) algo que me permitiese reconocer a aquel individuo que me trataba con tanta familiaridad, nombraba a mi madre y un estudio de yo no sé qué... ¿Qué madre?¿Tenía madre?¿Desde cuándo?, y, lo peor de todo, ¿cómo es que todo aquello parecía información nueva para mí?

—Sonia, vamos... —insistió—. Hace más de dos meses que no sabemos nada de ti. ¡Estábamos muy preocupados! —proseguía con intención de introducirse en mi vivienda. Suerte que el escudo ejecutaba a la perfección las funciones para las que fue diseñado. Una pequeña descarga eléctrica le sobrevino nada más traspasarlo con la mano izquierda e inmediatamente retrocedió dando un salto.

—Sonia, ¡déjame entrar ahora mismo! —exclamó como si fuese un agente con pleno derecho.
—¿Qué?¡Si no le conozco de nada! —contesté riendo—. ¿Cómo voy a dejarle pasar?
—¿Que no me conoces de nada?¡Venga, déjate de bromitas que no es el momento!¡Espero que cuándo tengas hijos no sean tan bordes contigo como tú lo estás siendo con tu padre ahora mismo! —gritaba descolocado. El eco de sus palabras se paseaba descarado por todo el rellano —. 
—Ha dicho, ¿mi padre?¡No sabe lo que está diciendo!¿Cómo va a ser usted mi padre? —solté una risita nerviosa a la par que un lapsus mental interrumpió mi discurso. ¿Quién era mi padre? No recordaba nada de él. Acudí ahora sí al EC. Mi angustia se aceleraba porque, ni automatizándolo, encontraba información al respecto en mi memoria. 
—¡Por el amor del Sol!¡Ya te han intervenido!Ya te han intervenido!, ¿verdad? —afirmaba y preguntaba como si tuviese acceso privilegiado a mi pasado. ¿Cómo era posible que aquel desconocido/alterado mental (ya de paso) supiese lo de mi operación? Me sobrevino un vendaval de sensaciones indescriptibles y un leve regurgitar de...algo...así como...¿ajo? De inmediato me interpelé: Céntrate, Sonia. ¿A quién le importa ahora el mal sabor en la boca?Lo prioritario es saber qué está pasando.


1. Después de 2040 se implantó de forma obligatoria a todos los humanos residentes en la región una vez cumplían los 14 años de edad. 

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