CADA CINCO MIL KILÓMETROS



Cada cinco mil kilómetros vitales
me tatuaré un ave voladora
símbolo metafórico de lo que somos
para recordarme la vuelta a casa
como experimentado marinero.

Cada cinco mil kilómetros
en cada brazo
en cada parte de mi cuerpo que permita
un hueco sediento de espacio.

Cada cinco mil kilómetros de vida recorridos
giraré la cabeza en exorcismo itinerante,
volcaré los datos de navío escorado
con la única finalidad de
encontrar el mejor encuadre,
entre las pautas de una serie impropia.

Cada cinco mil kilómetros descontaré los errores
jugando a vestir los colores matutinos
de diversos lenguajes mí-s-ticos.

...

Si cada cinco mil kilómetros logro
retenerte en la memoria,
es posible, más que probable
que volvamos a planear ese vuelo sin motor
que tenemos pendiente.



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