3:33-4:44. EL CUESTIONADOR ESPERADO Y LA VIDENTE SIN NOTAS NI TRIDENTE


El portal cerrado, los cristales teñidos de un gris extraño ¿dónde habrán conseguido ese efecto?, y los barrotes negros y dorados de la puerta de entrada a la casa hacían prever qué podía llegar a suceder. Al menos él así lo intuyó.
Miró la pantalla de su teléfono móvil. Las tres y treinta y tres. Curiosa hora, pensó. Y es que, los detalles siempre fueron su fuerte.
Al pulsar el botón del timbre, una pequeña campana se escuchó detrás de la puerta, incluso notó su oscilación desde la otra parte. El sonido era casi imperceptible. ¿Cómo habrán conseguido conectar la campana al botón?, volvió a preguntarse.

Una señora de mediana edad apareció tras la apertura. Llevaba una bata de seda de flores exóticas hasta los pies y un pañuelo africano de color rojo atado de forma original.

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-Buenas tardes.
-Buenas tardes...casi noches...
-¿Casi noches? si son las tres y...-volvió a mirar su móvil- treinta y cinco-susurró sorprendido.
-Créame, joven a esta hora para mí es prácticamente de noche- explicó- ¿Por qué no ha venido esta mañana tal y cómo tenía apuntado en la cita que "usted mismo" solicitó?- preguntó con voz molesta.
-¿No le llamó mi secretaria? Esto...perdone...le dejé el recado...para que la llamase. Lo siento mucho pero es que esta mañana me ha sido imposible...debió llamarla.
-No pasa nada...no se preocupe, si no fuera porque le estaba esperando, desde luego le habría dado ya con la puerta en las narices.
-Le pido mil disculpas- reiteró apesadumbrado.
-Pase, cierre la puerta y déjese...déjese...no tenemos toda la tarde...-seguía diciendo mientras se giraba para comenzar el largo paso a través del pasillo.
Desde allí la perspectiva caballeresca se le hacía algo claustrofóbica pero el rápido reclamo de su memoria auxiliar hizo de sonrisa corazón ampliándola con gracilidad.  Con ello acertaba al recordar que cada uno busca su espacio, "...cuando a tu alrededor todo se estrecha".

Llegados al final del aquel pasillo cual Alicias sin memorias, la señora tomó asiento en una mesa redonda con enagüillas de terciopelo marrón y flecos incomunicados...deshilachados. Él hizo lo propio en la silla de en frente. Notó el calor de debajo con las rodillas. Un brasero. La culpa de aquella enigmática sensación era...de un brasero debajo de unas enagüillas.

-He venido a usted porque me han dicho que es vidente.
-Cierto, le estaba esperando.
-Y esto....¿cómo funciona?-preguntó como quien altera el orden natural de las cosas. Era un hombre de ciencia, aquella opción era un poco excéntrica para conseguir respuestas.
-Pero, usted no es el ¿cuestionador profesional?
-Buena definición para un filósofo de la ciencia- contestó sin pensar- Un momento...¿Cómo sabe eso?- interrogó atónito- ¡Ah! -exclamó chascando los dedos-Comprendo...
-Concéntrese querido- continuó sin darle demasiada importancia.
-Pues verá, necesito respuestas.
-¿A sus preguntas?
-Efectivamente.
-Y cree que yo puedo dárselas...
-Eso...bueno... al menos que me dé pistas de dónde puedo encontrarlas...-dudó.
-Bien, pues si quiere podemos dar comienzo...no lo demore más. En mi tiempo libre, la gratitud dedicada al trabajo, se me hace demasiado insoportable.
-Sí...sí... perdone, seré breve...verá...tengo una pregunta que tiene relación con los eufemismos.
-Explíquese- sugirió cruzando los dedos de las manos pausadamente.
-Pues, por ejemplo: para poder definir al "Dios de la lluvia", unos lo define como "......" y otros como "......". Y hay algo en esas definiciones, eufemismos, metáforas, comparaciones...como quiera llamarlo que yo no sé...se me escapa...¿por qué eligen unas u otras palabras para decir lo mismo? ¿Qué ocurre ahí?
-Sí, pero usted lo ha considerado un eufemismo. ¿Cree que es algo malsonante que necesite se dicho de otra forma para que no suene cruel...por así decirlo?
-Pues, no...en realidad no suena mal...tiene usted razón, ¿por qué habré dicho eso?, pensó intrigado.
-Y ¿entonces?-inquirió.

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La vidente hizo una pausa coherente al momento y el aforismo salió a paseársele por la boca, así de natural...

-Querido...creo que necesita saber que..."Las interpretaciones de cada uno, dicen más del interpretador que de las expresiones que interpreta", en este caso- aclaró.
...

El cuestionador profesional...reflexionó atónito durante unos minutos en los que la señora permaneció sin inmutarse, mirándose fijamente las manos.
Finalmente como si el cielo le hubiera abierto las puertas de golpe habló.

-Eso puede extenderse... por lo que yo me pregunto: ¿es posible que las preguntas digan más del que se las formula que sobre lo que se formula?
-Podríamos comenzar por ahí- acabó diciendo con el ceño fruncido- pero no se acomode.


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serie
#444

En ese momento el caballero que acudía en auxilio de una superioridad mental, retiró la vista para reflexionar más. Encima del aparador del salón se hallaba bien colocado un reloj digital. Marcaba las 4:44.



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