¡SÍ MI COMANDANTE, SÍ MI GENERAL II!





Fuente imagen:
Behance.net
Autor: Jose Herrera
Al alférez Ramírez le caía una gota de sudor...aquella explicación a él también le pareció inverosímil cuando tuvo el último encuentro casual con Rebeca.
Rebeca era una de las directivos de pinapple. La conoció una noche, en un local de moda en una de sus escalas de "entreguerras". Esa mujer era perfecta. Pero perfecta para cualquiera que la mirase, si no, no se hubiese fijado en ella, ni de lejos...o al menos era lo que él creía.
El encuentro fue fugaz pero muy, muy productivo (desde el punto de vista estratégico, sobre todo para ella). Luego comprendió el motivo.
Obviamente la empresa le utilizó para recabar información al respecto de intereses armamentístico-gubernamentales,  pero eso sería un secreto que guardarían ambos, después de confesárselo.
Por ello, no quería volver a verla. Eso no se hacía, ¡era una situación tan típica! ¿Cómo era posible que no se hubiese dado cuenta?, pensaba trayéndolo a su memoria de nuevo.
Hombre conoce a "superwoman", cañón explosivo calibre máximo, inteligente, con clase, educada y todos los adjetivos interpuestos deseables para un hombre de perfil alto... y él, al menor toque de dedo rozándole el hombro, (tras unas cuantas copas, hay que admitirlo), acaba dándole la llave de acceso a toda la información que desea ella, sin siquiera darse cuenta de haberlo hecho. Caso de manual, el caso más típico, el caso más tópico "...de la rubia platino".
Ramírez era un hombre de principios... rondaba la cuarentena. Ya había corrido mucho. Se encontraba en el mejor ejército del mejor lugar del mundo. Su orgullo de patriota henchía de gozo a sus padres.  ¡Pertenecía al cuerpo de élite, por favor! ¿Cómo pudo engañarle? ¡Esas cosas no se hacen con gente como nosotros!, rondaba una y otra vez por su cabeza. 
Ramírez quería lo mismo que quieren todos los hombres bien definidos en su escala de existencia: mujer, casa, hijos, una cena caliente todas las noches y sofá, mucho sofá con una mujer digna de lo que él representaba...a su lado.
Lástima que Rebeca y sus curvas con titulación superior, no coincidían en los mismos intereses vitales.
Mientras su mente se volvía a transportar a la media luna de las caderas de aquella condenada mujer diez, el comandante vociferó.
-¡¡Ramírez, le estoy esperando!!
-Sí..sí señor, perdone...
-¿Se ha quedado en Babia? ¡No me lo puedo creer!¡Se ha quedado en Babia!

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