Proyecto cara de col | Proyecto caracol

Fase posdoctoral. Previsión de fondos para actuaciones extemporales

CC 4,0 Reconocimiento no comercial. Con la tecnología de Blogger.
  • COLABORANDO
  • NOTICIANDO
  • PUZLESÍA: RETALES EN PROYECTO
La muchacha entró por la puerta del establecimiento nerviosa. Una entrevista para un puesto a tiempo parcial en un local de venta al público cubría sus expectativas vitales actuales además de sus gastos básicos. Necesitaba ese trabajo de verano y lo necesitaba a toda costa. 
Fuente imagen:
pixabay
CC0
Mientras esperaba focalizó su deseo para convertirlo en realidad. Sentada en el sillón de la sala de recepción se mantenía inmóvil, con las piernas perfectamente alineadas. Se había puesto para la ocasión un vestido verde esmeralda. Al verse reflejada en la mesa central corroboró como acertada su elección.
Una señorita muy delgada con pantalones acampanados desde la cintura, cuyos rápidos movimientos hacían prácticamente imposible que se la entendiese si no era con cierto retardo , la invitó a pasar a una sala para la entrevista. 
En ella solo se podía ver el fondo acristalado por pared que mostraba el inicio descomunal de una de las avenidas nueva principales de la ciudad y dos sillones de piel negro impersonal alrededor de una mesa redonda del mismo color. El resto, bastante insulso, no permitía un análisis decorativo que diera para mucho tiempo con lo que, se encontró con doce minutos sin nada en lo que pensar.

Pasado dicho tiempo y cuando la impaciencia asomaba las ganas de coger la puerta para largarse de allí, apareció una señora rubia con un moñito alto, gafas de pasta azul y vestida con un traje de chaqueta gris. 

La señora alargó la mano y se la estrechó. Barbi conocía esa técnica psicológica y su mano respondió coherente a su personalidad.

–Buenas tardes, perdón por el retraso. Me llamo Aitana.
–Hola. No pasa nada.
–¿Su nombre?
–Barbi.
–¿Perdón?
–Balbina, perdone. Quería decir Balbina.
–y ¿por qué ha dicho Barbi?
–Es una larga historia.
–Cuente, cuente, me gustan las historias–dijo invitándola a la narración.
–¿En serio? ¿Forma parte de la entrevista?
–Sí, por supuesto.
–Pues verá es simple...-carraspeó–. De Balbina, Balbi y de Balbi vino Barbi.
–¿Y sabe usted por qué cambiaron la ele por la erre?
–Ah...eso... es curioso. Cuando jugábamos en la calle con mis amigas, decidieron que Balbi sonaba a Barbi pronunciado por un chino y desde entonces me llaman Barbi.
–Así ¿sin más?
–Sí. Decidieron apostar por  la erre, fíjese usted. Dijeron que la erre era más nuestra, más sencilla y que ellos no querían parecer chinos pronunciando mal el castellano–rió visiblemente nerviosa–. Cosas de niños, ¿sabe?
–Ya...–expresó con gesto apenado–. Y a usted ¿cómo le gusta más la erre?¿en mayúscula o en minúscula?

A Balbina hasta ese momento la conversación le había parecido extraña. Pero, oye, el perfil psicológico que busca cada equipo de recursos humanos siempre tiene una justificación y a ella le valía. A partir de la pregunta de la mayúscula y la minúscula, simplemente le pareció surrealista. Algo a lo que estaba más que acostumbrada porque  a lo largo de su vida formó parte de varios grupos de teatro amateur especialistas en improvisación. Por descontado un buen entrenamiento para situaciones como aquella. Lo que ocurría es que era la primera vez que lo ponía en práctica en la vida real. Sin pensarlo dos veces salió al escenario.

–A mí personalmente me gusta escribirla en minúscula.
–¿Sí?–expresó la entrevistadora anotando algo que no alcanzó a ver en lo que parecía una ficha curricular–.Y eso ¿por qué?¿Podría explicármelo?
–Por supuesto. Principalmente porque es una letra que se encuentra en medio del nombre y por lo tanto, oficialmente y según la RAE, debe escribirse así...
–Ajá...-asentía con detenimiento.

Su mirada sin embargo se perdía en el horizonte de otros sucesos. Barbi había visto esa mirada. Debía hacerla volver.
Fuente imagen:
pixabay
CC0
–Pero el motivo que más me gusta es que me recuerda a pi.
–¿Cómo?–preguntó tomando consciencia de la realidad.

Acababa de volver de golpe de su pequeño letargo. Sus ojos indicaban a la vez, interés profundo y solicitud de disculpa por su momentánea ausencia. ¡Logrado!, pensó Barbi.

–Explíquese. ¿Se refiere al número pi?
–Por supuesto. 

La cara de la entrevistadora se asemejaba a la de un niño en la mañana de Navidad. Expectante, buscaba en sus ojos una respuesta que no llegaba de forma instantánea.

–Insisto. ¿A tres coma catorce dieciséis etc.?
–Sí, sí. Ese mismo. 
–Y eso ¿por qué?
–¿Seguro que es relevante?-tanteó.
–Es crucial. Se lo aseguro–afirmó reincorporándose tensa en el sillón. 


–Pi es una constante matemática. En mi nombre es algo estético. Si me llaman Barbi, la erre glamurosa debe estar incrustada justo en el centro de mi nombre. Me gusta pensar que la llevo dentro.
–El qué ¿el glamur...?- preguntó con una mueca de disgusto.
–No mujer... la constante matemática–soltó sonriendo como si tuviese sentido.
–Pero...pero eso no tiene relación alguna con su nombre. Es algo...¡irracional!–vociferó disgustada.
–También lo es pi. Número irracional y constante matemática que viene a ser el centro de un nombre inventado cuya letra erre, recuerda a tres coma catorce dieciséis.

–¡Oh!–exclamó abriendo los ojos al extremo de mostrar las cuencas blanquecinas aumentadas por unas gafas de dioptrías que, seguro pasaban de cuatro en cada ojo–. ¡Contratada!
–¿Ah sí?–inquirió incrédula.
–Sí. Sí. No se mueva de aquí. Ahora mismo vuelve mi compañera y la acompaña a la salida. Comienza el día 1....–dijo mirando concienzudamente su smartphone– jueves. Ha sido de mucha ayuda. Créame.
–¡Qué alegría!–expresó con la incredulidad todavía colgada de las exclamaciones mientras Aitana se levantaba y desaparecía casi en lo que tardó en parpadear.

Tras el portazo de la entrevistadora, en su cabeza se hizo el eco de la frase: "Ha sido de mucha ayuda, créame".

–¿Qué habrá querido decir?

Dos minutos después apareció una señora con gesto inerte. Morena con una melena en definición perfectamente cortada y unas gafas de pasta rojas. Vestía una falda larga y una blusa de cachemira.

–Buenos días. Balbina... ¿verdad? me llamo Asunción. ¿Comenzamos con la entrevista?







El zorro, el espantador de patos y el señor Onion.

Fuente imagen:
pixabay
Autor: Clker Free Vector Images
En la última carrera del verano el zorro, mundial plusmarquista convertido en entrenador, quiso que sus pupilos alcanzaran a los de As, el mejor entrenador actual de patos. Pero sus técnicas no se lo permitían. Todos le criticaban y le tachaban de que su obsolescencia y falta de picardía no le dejaban ver la luz y avanzar.
Desde hacía varios años parecía que As se sabía todos sus trucos para que sus animales adelantasen en cualquier competición. 
Por si esto fuera poco tenía de su parte la última tecnología. Sus competidores desconocían que poseía un arma invisible:
Los estornudos zombies o EZ.
Los EZ no eran los estornudos tal y como los conocemos. Los zombies eran síntomas enfermizos cuya única cualidad beneficiosa era la invisibilidad al accionarse, propagándose así por todos los mundos conocidos pero también por los no conocidos. De esta forma enfermaban  a sus portadores(nada que no se pudiese arreglar con el medicamento correcto) y colateralmente espiaban y recababan datos de sus usuarios,  sus debilidades físicas y mentales etc. para el mejor preparador conocido de la historia.
Sí. Esto técnicamente era hacer trampa(1) pero el zorro lo desconocía. El zorro se limitaba a lamentarse de su situación. Aturdido, pensó en quien podría arrojarle algo de luz y fue a ver al señor Onion.
Fuente imagen:
pixabay
Autor: Meditations
El señor Onion era lo que podemos llamar un gurú. Un caballero con visión de futuro y dotes de mando aderezados con la sal y la pimienta de toda competición. Ya sabéis ¿no? ¿Cómo que no? Pues la parte más importante de toda guerra: la estrategia. Era conocido por ser un excelente estratega. De pueblo, dicho sea de paso,  pero el mejor de todo el mundo en temas competitivos...

–Y ¿qué podría hacer para aventajarle?–le preguntó pesimista una vez entablaron conversación al calor de una taza de té blanco.
–Lo primero que debes hacer es realizar las preguntas correctas. Tu caso no es una excepción. De hecho, es la norma. Analicemos en profundidad tu problema. Tu competidor sabe todos tus movimientos oficiales y tú por más que entrenas y creas vías alternativas que se supone que él no sabe, sus patos ganan a tus chicos todas las veces.
–Eso es, efectivamente. ¿Qué es lo que estoy haciendo mal si partimos de las mismas capacidades?
–Nuevamente pregunta errónea. El problema no es tuyo. Tú estás siendo honesto, ¿verdad?–cuestionó insistiendo en el cumplimiento de las normas aplicadas a la competición.
–Sí, sin duda. Soy muy riguroso en eso.
–Entonces, ¿dónde está el problema? Si tú cumples con tu parte del trato en una supuesta competición honesta...
–¡Es el entrenador del otro equipo el que no las cumple!–exclamó el zorro como si hubiese abierto las puertas del cielo en ese mismo instante.
–Si has detectado el problema, allá dónde se encuentre éste, estará la solución.


Fuente imagen: pixabay
Autor:
InspiredImages
Despidiéndose del señor Onion, justo al salir por la puerta se encontró al siguiente cliente. Era el espantador de patos.
El espantador de patos, para aquellos que no lo conozcan, acababa de mudarse a la ciudad. Pero era muy listo. Había conseguido la fórmula más avanzada para entrenamiento de tercera generación. De hecho, en la última carrera de los juegos europeos, fueron sus pupilos los que subieron al podio en primer lugar. Eso como comprenderéis no gustó nada en absoluto al "rey" de los entrenadores.

–Hola espantador. ¡Cómo me alegro de conocerle! ¡Es un honor! Me han dicho que se instala en la ciudad.

–¡Oh!¡El famoso zorro entrenador! Igualmente. He oído hablar mucho de usted. Sí. He venido para quedarme a vivir.
–¿Qué hace por aquí? Por lo que sé no necesita consejos del señor Onion.
–Es cierto. Solo estoy de visita. Sé que le gusta mucho el pato confitado y el pato a la naranja y como somos muy buenos amigos, vengo a traerle 2 patos. Nos daremos un homenaje culinario.
–Pero, ¿cómo es posible? ¡Si espanta a los patos!¿Cómo los entrena?
–Bueno...las técnicas de entrenamiento a distancia como comprenderá son secreto profesional...
–¿Ha dicho a distancia?
–Sí, sí...¿Qué no sabía que existen métodos a través de los cuales puede entrenar a patos sin estar presente?
–Bueno...conozco los silbatos para patos.
–Es algo más complicado. Verá...entreno exclusivamente en verano a Cercetas pardillas independientes y Malvasías Cabeciblancas en época de cría.
–¡Oooh!- exclamó pivotando las puertas del cielo en su cabeza–. Muy interesante...¿características especiales?, pensó preguntándose para sí.
–Eso es. Veo que lo ha entendido–le dijo pese a que el señor Zorro no abrió la boca. Finalizó su identificación telepática guiñándole un ojo.
–¿Le dejo para que siga reflexionándolo? Ya sabe que el pato a la naranja necesita cocción a fuego lento.
–Claro, claro. Descuide.

Antes de que pudiese cerrar la puerta desde el interior de la casa se escuchó gritar:

–¡No se vaya don Zorro, me gustaría invitarle al festín!

La cara de ambos se iluminó. El gesto aprobatorio era más que evidente.

–Entonces, ¿gusta usted?–preguntó el espantador de patos alargando la mano invitándole a pasar.
–No, no, usted primero...faltaría más.













1. Quede claro que no debe hacerse puesto que es considerado un fraude por los organismos reguladores de las carreras y supone la expulsión inmediata de cualquier competición presente y futura. De todos es sabido que, caso de que se ganen medallas de forma fraudulenta, también es válido y de aplicación en competiciones pasadas. Con la consecuente invalidación de títulos otorgados o lo que es peor, la retirada de los fondos económicos prestados para el mantenimiento y entrenamiento de cualquiera que jugase en la competición.






-¿Cariño?
-Hola. ¿Qué pasa? ¿ocurre algo?
-No...
-Pero es muy tarde allí ¿verdad?
-Sí. Son las tres.

La voz le temblaba. No podía dejar de castañear los dientes, lo cual era normal para su momento vital, pero fuera de lo común para la época estival en la que se encontraba. Era verano.
Pese a ser de madrugada, el reloj del comedor(regalo de bodas de sus tías paternas, que ya ves tú, podían haberse estirado más pero no dirás...)tenía, entre otras características que no vienen al caso,  el mostrar la hora y la temperatura en grados centígrados. Marcaba nada menos que 27º. Un lechado de virtudes para ser un reloj de pared. Bueno, a lo que vamos.

–¿De la mañana?–preguntó e inmediatamente se puso a hacer cálculos mentales-. Vaya, es verdad y, ¿entonces?¿qué sucede?¡Me estás asustando!

Desde el otro lado del auricular se escuchaba ese chasquido intermitente y molesto que ocurre cuando nuestros dientes se golpean sin poder hacer nada al respecto.

–Pero-o-o estás-s-s-s en-n-n-n casa-a-a-a.

Fue entonces cuando se percató.

–Sí. Todavía no he salido. ¿Qué te pasa?¿Estás temblando de frío?–interrogaba con actitud autómata–. Será mejor que quites el aire acondicionado. Mira que te tengo dicho que no es bueno para la salud...–sentenciaba dando por hecho que la causa de su tembleque se debía a ello–. Tengo una última reunión esta noche, para la cena. ¿Me vas a decir qué te pasa?
–Nada-a-a-a. Nada malo-o-o-o. Vaya. Escucha. ¿Ess-táaas sentado?–le preguntó intentando controlarse.
–¿Sí?¿Por?
–Porque tengo que decirte algo–su voz sonaba ahora más cauta y profunda.
–Vaya...y, ¿tengo que estar sentado para escucharlo? Si es que te quieres divorciar, podías esperarte a que llegue. Desde aquí solo puedo redactar la demanda, pero nada más–expresaba con gesto divertido.
–No, no-o. ¿Esta línea es segura?
–¿Segura? ¿Para qué puñetas necesitamos línea segura? Cristina, ¿has bebido? ¡dime ahora mismo qué está pasando!–gritó desconcertado.
No se esperó a que su mujer le contestase. Con gran acierto, se dirigió hacia el portátil, lo conectó y la llamó por videoconferencia. Desde el otro lado del Atlántico en el piso de arriba, recibía la llamada.

–¡Ay! ¡El portátil! ¿Me estás llamando?
–Cuelga el teléfono y sube al ordenador.¡Ahora!–concluyó sin dar opción.

Cristina salió corriendo hacia el pasillo atolondrada. Se golpeó el dedo meñique con el aparador del pasillo por su manía de ir descalza pero eso no la paró. Se mordió la lengua y lanzó dos improperios de gran enjundia. Siguió su camino a la pata coja. Subió los peldaños de dos en dos. Al llegar a la habitación y sentarse frente al ordenador, su tembleque dental había desaparecido por arte de magia. Descolgó. Obvio.

Fuente imagen:
pixabay
CC0
–¿Hola?
–¿Me ves?
–Te veo un poco pixelado, pero bien. ¿Y tú?
–Yo te veo perfectamente. Y me alegro. Estaba preocupado.Ya no te tiembla la voz.
–Esto...¡Vaya...cierto!–contestó tomando conciencia.

La carrera le calmó los ánimos o al menos la despistó de su manojo de nervios. Se sentía invadida por un terror calórico extraño.

–Mateo... veo que estás sentado. Vas a necesitar estarlo. Tengo que decirte algo importante. ¿Seguro que podemos hablar por aquí?
–Cristina, ¡venga ya!¡No me seas teatrera! En E.E. U.U todo el mundo sabe que seguridad nacional controla las comunicaciones y no pasa nada...va, no seas así–gesticulaba con gesto de disgusto–. Tengo una reunión de negocios a la que no me apetece ir. Estos americanos que todo lo arreglan comiendo o cenando...¿por qué?¿Tú lo entiendes? Porque yo no. Debo concentrarme...y tú aquí teniéndome pendiente de ti...se puede saber ¿qué coño pasa?
–Nos ha tocado la lotería. ¡¡Hala ya lo he dicho!!–exclamó soltando el aire reprimido hasta ese momento.

Fuente imagen:
pixabay
Mateo, al otro lado de skype se quedó inmóvil unos segundos. Parecía que se había colgado la llamada, pero no. Era él que estaba ojiplático y por momentos su piel se tornaba blanquecina. Hizo ese gesto. Sí. El gesto de soltar un poco la corbata antes de hablar.

–Me tomas el pelo. Pero, pero...va..¿desde cuándo juegas tú a la lotería?–una mueca de extrañeza asomaba ahora por la webcam–. No me tomes el pelo... ¿me tomas el pelo?
–No.
–¿Es en serio?¿En serio?Pe...pe..., pero... ¡No me jodas!-exclamó abriendo los brazos–. ¿Mucho? Tienes razón, tenía que estar sentado–rió a carcajadas antes de la retahíla de preguntas que vendrían después. ¿Cuánto?¿Nos dará para las vacaciones?
–Más
–¡No me digas!¿Más?¿Para un chalet en la playa?
–Más.
–¿Más?¡Joder Cristina!

La corbata se deslizó rápidamente por su cuello hasta que logró quitársela no sin antes hacerse un buen lío por los nervios que comenzaban a jugarle una mala pasada.

–El euromillones.
–¿El euromillones? ¡Hostias. Hostia, hostia!-vociferaba incrédulo–¿Cuál?¿El primer premio?
–Ajá...– expresó cauta viéndole de cintura hasta la rodilla. Su marido se había levantado del sofá y paseaba de derecha a izquierdas visiblemente alterado.
–Mateo, Mateo. Por favor, ¡estate quieto que me pones más nerviosa...Mat...!¿Mateo?¡Oh, estupendo! ¡En el mejor momento!Y ahora va y se corta. ¡No me lo puedo creer!

La conversación se interrumpía por la línea ADSL. Cristina se miró las manos. Su temblor volvía en menor intensidad y le acompañaba un maridaje excepcional: un ataque de ansiedad.

---
Versión mejorada de la IA

—¿Cariño?

—Hola. ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?

—No…

—Pero es muy tarde allí, ¿verdad?

—Sí. Son las tres.

La voz le temblaba. No podía dejar de castañetear los dientes, lo cual era normal para su momento vital, pero fuera de lo común para la época estival en la que se encontraba. Era verano.

Pese a ser de madrugada, el reloj del comedor —regalo de boda de sus tías paternas, que, ya ves tú, podían haberse estirado más, pero no dirás…— tenía, entre otras características que no vienen al caso, el de mostrar la hora y la temperatura en grados centígrados. Marcaba nada menos que 27 °C. Un lechado de virtudes para ser un reloj de pared. Bueno, a lo que vamos.

—¿De la mañana? —preguntó, e inmediatamente se puso a hacer cálculos mentales—. Vaya, es verdad. Y, ¿entonces? ¿Qué sucede? ¡Me estás asustando!

Desde el otro lado del auricular se escuchaba ese chasquido intermitente y molesto que ocurre cuando los dientes se golpean sin poder hacer nada al respecto.

—Pero-o-o… estás-s-s en-n-n casa-a-a…

Fue entonces cuando se percató.

—Sí. Todavía no he salido. ¿Qué te pasa? ¿Estás temblando de frío? —interrogó con actitud autómata—. Será mejor que quites el aire acondicionado. Mira que te tengo dicho que no es bueno para la salud… —sentenció, dando por hecho que la causa de su tembleque se debía a ello—. Tengo una última reunión esta noche, para la cena. ¿Me vas a decir qué te pasa?

—Na-na-na… Na-nada malo-o-o. Vaya. Escucha. ¿Es-estás sentado? —le preguntó intentando controlarse.

—¿Sí? ¿Por?

—Porque tengo que decirte algo —su voz sonaba ahora más cauta y profunda.

—Vaya… ¿Y tengo que estar sentado para escucharlo? Si es que te quieres divorciar, podías esperarte a que llegue. Desde aquí solo puedo redactar la demanda, pero nada más —expresó con gesto divertido.

—No, no-o. ¿Esta línea es segura?

—¿Segura? ¿Para qué puñetas necesitamos una línea segura? Cristina, ¿has bebido? ¡Dime ahora mismo qué está pasando! —gritó desconcertado.

No esperó a que su mujer le contestase. Con gran acierto, se dirigió hacia el portátil, lo conectó y la llamó por videoconferencia. Desde el otro lado del Atlántico, en el piso de arriba, recibía la llamada.

—¡Ay! ¡El portátil! ¿Me estás llamando?

—Cuelga el teléfono y sube al ordenador. ¡Ahora! —concluyó sin dar opción.

Cristina salió corriendo hacia el pasillo atolondrada. Se golpeó el dedo meñique con el aparador del pasillo por su manía de ir descalza, pero eso no la paró. Se mordió la lengua y lanzó dos improperios de gran enjundia. Siguió su camino a la pata coja. Subió los peldaños de dos en dos. Al llegar a la habitación y sentarse frente al ordenador, su tembleque dental había desaparecido por arte de magia. Descolgó. Obvio.

—¿Hola?

—¿Me ves?

—Te veo un poco pixelado, pero bien. ¿Y tú?

—Yo te veo perfectamente. Y me alegro. Estaba preocupado. Ya no te tiembla la voz.

—Esto… ¡Vaya… cierto! —contestó tomando conciencia.

La carrera le calmó los ánimos, o al menos la despistó de su manojo de nervios. Se sentía invadida por un terror calórico extraño.

—Mateo… veo que estás sentado. Vas a necesitar estarlo. Tengo que decirte algo importante. ¿Seguro que podemos hablar por aquí?

—Cristina, ¡venga ya! No me seas teatrera. En EE. UU. todo el mundo sabe que Seguridad Nacional controla las comunicaciones y no pasa nada… Vamos, no seas así —gesticuló con gesto de disgusto—. Tengo una reunión de negocios a la que no me apetece ir. Estos americanos que todo lo arreglan comiendo o cenando… ¿Por qué? ¿Tú lo entiendes? Porque yo no. Debo concentrarme… y tú aquí teniéndome pendiente de ti… Se puede saber, ¿qué coño pasa?

—Nos ha tocado la lotería. ¡¡Hala, ya lo he dicho!! —exclamó soltando el aire reprimido hasta ese momento.

Mateo, al otro lado de Skype, se quedó inmóvil unos segundos. Parecía que se había colgado la llamada, pero no. Era él, que estaba ojiplático, y por momentos su piel se tornaba blanquecina. Hizo ese gesto. Sí. El gesto de soltar un poco la corbata antes de hablar.

—Me tomas el pelo. Pero… pero… vamos… ¿Desde cuándo juegas tú a la lotería? —una mueca de extrañeza asomaba ahora por la webcam—. No me tomes el pelo… ¿Me tomas el pelo?

—No.

—¿Es en serio? ¿En serio? Pe… pe…, pero… ¡No me jodas! —exclamó abriendo los brazos—. ¿Mucho? Tienes razón, tenía que estar sentado —rió a carcajadas antes de la retahíla de preguntas que vendrían después—. ¿Cuánto? ¿Nos dará para las vacaciones?

—Más.

—¡No me digas! ¿Más? ¿Para un chalet en la playa?

—Más.

—¿Más? ¡Joder, Cristina!

La corbata se deslizó rápidamente por su cuello hasta que logró quitársela, no sin antes hacerse un buen lío por los nervios que comenzaban a jugarle una mala pasada.

—El Euromillones.

—¿El Euromillones? ¡Hostias, hostia, hostia! —vociferó incrédulo—. ¿Cuál? ¿El primer premio?

—Ajá… —expresó cauta, viéndole de cintura para arriba. Su marido se había levantado del sofá y paseaba de derecha a izquierda, visiblemente alterado.

—Mateo, Mateo. Por favor, ¡estate quieto que me pones más nerviosa… Mat…! ¿Mateo? ¡Oh, estupendo! ¡En el mejor momento! ¡Y ahora va y se corta! ¡No me lo puedo creer!

La conversación se interrumpió por la línea ADSL. Cristina se miró las manos. Su temblor volvía, en menor intensidad, y le acompañaba un maridaje excepcional: un ataque de ansiedad.

---


“Darling?”

“Hi. What’s wrong? Is something happening?”

“No…”

“But it’s late there, isn’t it?”

“Yeah. It’s three.”

Her voice trembled. She couldn’t stop her teeth from chattering — normal for her state of mind, perhaps, but unusual for the season. It was summer.

Though it was the middle of the night, the clock in the dining room — a wedding gift from her paternal aunts, who, well, could’ve stretched a bit more, but you can’t complain — had, among other irrelevant features, the ability to display both time and temperature in degrees Celsius. It read 27°C. Quite the marvel for a wall clock. Anyway. Back to it.

“In the morning?” she asked, immediately doing mental math. “Wow, you’re right. So… what’s going on? You’re scaring me!”

From the other end of the line came that intermittent, annoying click — the sound of teeth clashing helplessly.

“But… you’re… at… home…”

That’s when he realised.

“Yeah. I haven’t left yet. What’s wrong? Are you shivering from cold?” he asked automatically. “You should turn off the aircon. I’ve told you a hundred times — it’s not good for your health…” He said it as if he’d solved the mystery. “I’ve got one last meeting tonight, over dinner. Now, will you tell me what’s going on?”

“N-n-nothing… nothing bad. Listen… are you sitting down?”

“Yeah? Why?”

“Because I need to tell you something.” Her voice had grown cautious, deeper.

“Seriously? Do I need to be sitting for this? If you’re asking for a divorce, you could’ve waited till I got back. From here, I can only draft the papers — nothing more.” He smiled faintly.

“No, no… Is this line secure?”

“Secure? What the hell do we need a secure line for? Cristina, have you been drinking? Just tell me what’s happening — now!” he shouted, bewildered.

He didn’t wait for her answer. Acting quickly, he walked to his laptop, powered it on, and called her via video. Upstairs, on the other side of the Atlantic, her phone rang.

“Oh! The laptop! Are you calling me?”

“Hang up the phone and get on the computer. Now.” No room for debate.

Cristina dashed into the hallway, flustered. She stubbed her little toe on the hall console — her habit of going barefoot again — but didn’t stop. Bit her tongue, muttered two impressively creative curses, and hobbled forward. Took the stairs two at a time. When she reached the bedroom and sat in front of the computer, the chattering in her jaw had vanished, as if by magic. She picked up the call. Obviously.

“Hello?”

“Can you see me?”

“You’re a bit pixelated, but fine. And you?”

“I can see you perfectly. I’m relieved. I was worried. Your voice isn’t shaking anymore.”

“Well… wow. You’re right!” she said, suddenly aware.

The run had calmed her nerves, or at least distracted her from the knot of anxiety. Still, she felt overtaken by a strange, feverish dread.

“Mateo… I see you’re sitting. You’ll need to be. I have to tell you something important. Are we safe to talk here?”

“Cristina, come on. Don’t be dramatic. In the US, everyone knows National Security listens in — and nothing happens. Seriously, don’t be like this.” He grimaced. “I’ve got a business dinner I don’t even want to attend. These Americans — they fix everything over lunch or dinner. Why? Do you get it? I don’t. I need to focus… and here you are, keeping me on edge. For God’s sake, what the hell is going on?”

“We’ve won the lottery. There. I said it.” She exhaled, releasing breath she hadn’t realised she was holding.

Mateo froze on the Skype screen for a few seconds. It looked like the call had dropped — but no. It was just him, stunned, his face gradually turning pale. He made that gesture. Yes. The one where you loosen your tie before speaking.

“You’re kidding me. But… but… wait — since when do you even play the lottery?” A look of disbelief flickered across the webcam. “You’re messing with me. Are you messing with me?”

“No.”

“Is this real? Are you serious? But… but… bloody hell! Are we talking big? You’re right — I should be sitting down.” He burst into laughter before the flood of questions began. “How much? Will it cover our holiday?”

“More.”

“No way! More? Enough for a beach house?”

“More.”

“More? Christ, Cristina!”

The tie slipped fast down his neck. He fumbled it off, nerves getting the better of him.

“The EuroMillions.”

“The EuroMillions? Jesus. Jesus Christ!” he yelled, disbelieving. “Which one? The jackpot?”

“Aha…” she said, watching him from the waist up. He’d gotten up from the sofa and was pacing back and forth, visibly shaken.

“Mateo, Mateo. Please, stop — you’re making me even more nervous… Mat…! Mateo? Oh, brilliant! At the best possible moment! And now it cuts out. I can’t believe this!”

The call dropped — ADSL line glitch. Cristina looked at her hands. The tremor returned, weaker now, joined by the perfect companion: a full-blown anxiety attack.

---

“亲爱的?”

“嗨,怎么了?出什么事了吗?”

“没……”

“可是你那边应该很晚了吧?”

“嗯,三点了。”

她的声音在颤抖。牙齿不停地打颤,这在她目前的心理状态下是正常的,但在这个季节却显得异常——现在是夏天。

尽管已是深夜,餐厅里的挂钟——那是她父亲那边的姑妈们送的结婚礼物,说实话,她们本可以大方一点,不过也没法多说什么——除了其他一些无关紧要的功能外,还能显示时间和摄氏温度。此刻,它显示着27°C。对一个普通的挂钟来说,功能已经相当丰富了。好了,言归正传。

“是早上三点?”她一边问,一边迅速在心里计算着,“天啊,你说得对……那怎么了?你吓到我了!”

听筒另一端传来一阵断断续续、令人烦躁的咔哒声——那是牙齿不受控制地碰撞发出的声音。

“可……你……在家……”

就在那一刻,他意识到了。

“对,我还没出门。你怎么了?你在发抖?冷吗?”他机械地问道,“赶紧关掉空调吧。我早就说过,这样对身体不好……”他下意识地认定这就是原因,“今晚我还有最后一场晚餐会议。你到底怎么了?”

“没……没什么……不是坏事……听着,你……坐着吗?”她努力控制着自己的声音。

“嗯?怎么了?”

“因为我有件事必须告诉你。”她的声音变得谨慎而低沉。

“天啊……难道我得坐着听?如果你要离婚,至少等我回去再说啊。我现在最多只能起草诉状,别的什么都做不了。”他半开玩笑地说。

“不,不是……这电话安全吗?”

“安全?我们干嘛需要安全线路?克里斯蒂娜,你喝酒了?快告诉我到底发生了什么!”他惊愕地喊道。

他没等她回答,果断走向笔记本电脑,开机后通过视频通话联系她。大西洋彼岸的楼上,她的设备响了起来。

“啊!是笔记本!你在打给我?”

“挂掉电话,上电脑!现在!”他语气坚决,不容商量。

克里斯蒂娜慌乱地冲进走廊。她光脚走路的老习惯让她撞到了走廊的边柜,小脚趾一阵剧痛,但她没有停下。咬到了舌头,低声骂了两句狠的,一瘸一拐地继续前进。两级台阶一跨,冲上楼梯。当她终于坐在卧室的电脑前时,牙齿的颤抖竟奇迹般地消失了。她接通了视频——当然。

“喂?”

“你能看到我吗?”

“你有点卡,但看得清。你呢?”

“我看得很清楚。太好了,我刚才是真担心。你的声音不抖了。”

“这……哇,真的耶!”她这才意识到。

跑步让她平静了些,至少暂时分散了注意力。但她内心仍被一种奇怪的、灼热的恐惧笼罩着。

“马特奥……我看你坐着。你最好坐着。我要告诉你一件重要的事。我们这样说话……安全吗?”

“克里斯蒂娜,别闹了。在美国,谁不知道国家安全局监听一切?可也没见出什么事啊……别这么戏剧化。”他皱着眉,“我今晚还有个我不想去的商务晚餐。这些美国人,什么事都靠吃饭解决……为什么?你能理解吗?我不能。我现在得集中精神……你却在这儿让我分心。到底——他妈的——怎么回事?”

“我们中彩票了。好了,我说出来了!”她终于吐出憋了很久的那口气。

马特奥在Skype画面里僵住了几秒。看起来像是断线了,但没有。是他自己惊呆了,脸色瞬间发白。他做出了那个动作——对,就是那个动作:说话前先松了松领带。

“你在开玩笑吧?可……可……等等,你什么时候开始买彩票的?”摄像头里浮现出难以置信的表情,“你别耍我……你是在耍我吗?”

“没有。”

“是真的?真的?可……可……我靠!”他张开双臂,“很多吗?你说得对,我确实该坐着。”他大笑起来,随即一连串问题脱口而出,“有多少?够我们度假了吗?”

“更多。”

“别开玩笑!更多?够买海边别墅了?”

“更多。”

“更多?天啊,克里斯蒂娜!”

领带迅速从他脖子上滑落,他手忙脚乱地扯下来,紧张的情绪开始作祟。

“欧洲百万大奖。”

“欧洲百万?我靠!我靠!我靠!”他难以置信地吼道,“哪个?头等奖?”

“嗯……”她小声应着,画面里只能看到他腰部以上。他已经从沙发上站起来,在房间里来回踱步,明显处于极度激动状态。

“马特奥,马特奥!求你了,别走了,你让我更紧张了……马……!马特奥?哦,太棒了!偏偏在这个节骨眼上!现在又断线了!我简直不敢相信!”

通话因ADSL线路故障中断。克里斯蒂娜看着自己的手。颤抖又回来了,虽然轻微了些,但伴随着一个绝佳的“伴侣”:一场严重的焦虑发作。

---

— Дорогой?

— Привет. Что случилось? Что-то не так?

— Нет…

— Но у тебя же уже поздно, да?

— Да. Три часа.

Её голос дрожал. Она не могла остановить стучавшие зубы — это было нормально для её нервного состояния, но странно для сезона. Ведь было лето.

Несмотря на то что было глубокой ночью, часы в столовой — свадебный подарок тёток по отцовской линии, которые, надо сказать, могли бы и постараться, но, конечно, не скажешь им этого — имели, помимо прочих ненужных функций, возможность показывать время и температуру в градусах Цельсия. Сейчас они показывали 27 °C. Целое чудо техники для обычных настенных часов. Ну да ладно, к делу.

— Утром? — спросила она, тут же начав мысленно считать. — Ого, точно. А тогда… что происходит? Ты меня пугаешь!

С другого конца провода доносился прерывистый, раздражающий щелчок — звук стучащих зубов, которые невозможно остановить.

— Но-о-о… ты-ы-ы до-о-ома-а-а…

Именно тогда он понял.

— Да, я ещё не выходил. Что с тобой? Ты дрожишь от холода? — спросил он автоматически. — Выключи кондиционер. Я же тебе сто раз говорил, что это вредно для здоровья… — закончил он, считая причину найденной. — У меня сегодня вечером последняя встреча, на ужин. Так что, ну же, скажи, что происходит?

— Ни-и-ичего-о-о… Ни-и-ичего плохого-о-о… Слушай… Ты… сидишь?

— Да. А что?

— Потому что мне нужно тебе кое-что сказать. — Её голос стал осторожным и глубоким.

— Серьёзно? Мне нужно сидеть, чтобы это услышать? Если ты хочешь развестись, могла бы подождать, пока я вернусь. Отсюда я могу только написать иск, но не больше. — Он усмехнулся.

— Нет, нет… Этот разговор защищён?

— Защищён? Зачем нам защищённая линия, чёрт возьми? Кристина, ты пила? Скажи мне немедленно, что происходит! — закричал он, ошеломлённый.

Он не стал ждать ответа. Быстро подойдя к ноутбуку, включил его и позвал её на видеосвязь. На другом конце Атлантики, на втором этаже, раздался звонок.

— Ой! Ноутбук! Это ты звонишь?

— Бросай телефон и заходи в компьютер. Сейчас! — приказал он без права на возражение.

Кристина бросилась по коридору, растерявшись. Она ударилась мизинцем о комод в прихожей — опять ходит босиком — но не остановилась. Прикусила язык и выругалась двумя очень выразительными словами. Побежала дальше, прихрамывая. Поднималась по ступенькам через две. Добравшись до спальни и сев перед компьютером, она обнаружила, что дрожь в зубах исчезла, будто по волшебству. Она ответила. Разумеется.

— Алло?

— Ты меня видишь?

— Ты немного пикселизируешься, но в порядке. А ты?

— Я вижу тебя отлично. И рад. Я волновался. Твой голос больше не дрожит.

— Это… Ого… Точно! — ответила она, осознав это.

Бег успокоил её или хотя бы отвлёк от нервного напряжения. Однако внутри она ощущала странное, жаркое чувство страха.

— Матео… Я вижу, ты сидишь. Тебе лучше сидеть. Мне нужно кое-что сказать. Мы можем говорить здесь?

— Кристина, ну хватит! Не будь такой драматичной. В США все знают, что за связью следит национальная безопасность, и ничего не происходит… Ну, перестань. — Он поморщился. — У меня деловой ужин, на который я не хочу идти. Эти американцы, они всё решают за едой… Почему? Ты понимаешь? Я — нет. Мне нужно сосредоточиться… А ты держишь меня в напряжении… Ну скажи, наконец, что, чёрт возьми, происходит?

— Нам выпал джекпот. Вот. Я сказала. — Она выдохнула, словно освободилась от тяжести.

Матео на экране Skype замер на несколько секунд. Казалось, связь оборвалась, но нет. Это он сам, оцепеневший, с бледнеющим лицом. Он сделал это движение. Да. То самое — слегка ослабил галстук перед тем, как заговорить.

— Ты шутишь. Но… но… стоп… С каких пор ты вообще играешь в лотерею? — На веб-камере появилось выражение крайнего недоумения. — Ты издеваешься надо мной? Ты издеваешься?

— Нет.

— Это правда? Правда? Но… но… Да ну на…! Много? Ты права, мне действительно нужно сидеть. — Он расхохотался, прежде чем начать поток вопросов. — Сколько? Хватит на отпуск?

— Больше.

— Да не может быть! Больше? На пляжный домик?

— Больше.

— Больше? Чёрт, Кристина!

Галстук быстро соскользнул с шеи. Он с трудом снял его, нервы начали брать верх.

— Евромиллионы.

— Евромиллионы? Блядь. Блядь, блядь! — закричал он, не веря. — Какой? Главный приз?

— Ага… — сказала она, видя его по пояс. Он встал с дивана и нервно ходил из стороны в сторону.

— Матео, Матео. Умоляю, сиди спокойно, ты меня ещё больше нервируешь… Мат…! Матео? О, отлично! В самый подходящий момент! И теперь связь обрывается! Не могу в это поверить!

Разговор прервался из-за сбоя ADSL-линии. Кристина посмотрела на свои руки. Дрожь вернулась — слабее, но вместе с ней пришёл идеальный спутник: приступ панической атаки.



Entradas más recientes Entradas antiguas Inicio

Quién ha pisado el césped

IN ENGLISH, PLEASE

  • Inicio
  • IN ENGLISH, PLEASE: THE LADY, "TOM, DICK AND JARRY" AND THE PATH TO THE BARS.
  • IN ENGLISH, PLEASE: Shots, the Southern Highway, and Julio's Visit, or How Betrayal Goes Unno(ti)ced

MÁS LEÍDO

VENTAJAS Y DESVENTAJAS DEL TETRA BRIK O DE CÓMO DEBERÁS APRENDER A VIVIR CON ELLO(II)

EN MIS REDES

POR TEMÁTICA

  • AFORISMOS 34
  • AFORISMOS ILUSTRADOS 40
  • CUENTO 8
  • FÁBULAS 1
  • HAIKU 10
  • METAFÍSICA 4
  • MICROCUENTO 3
  • OPINANDO 2
  • POEMAS 262
  • RECETAS 10
  • REFLEXIONANDO 117
  • RELATOS 169

Other languages

  • Stories (4)
  • Рассказы (4)
  • 故事 (4)

Licencia

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

AVISOS PAREADOS

Previo aviso del propietario interesado,
cualquier obra
(desde fotografía hasta grabado),
si no quiere ser mostrada
será retirada.

POR CAPÍTULOS

  • ABRE LA BOCA
  • ACLARACIONES
  • ALEJANDRA Y LOS CARACOLES
  • ANIMALARIO
  • BILLETES PARA EL YIN Y EL YANG
  • CARNÉ DE POMPERO
  • CASUALIDAD COINCIDENCIA Y GUERRA
  • COACHING CONFIDENCIAL
  • COMUGIFCACIÓN
  • Calypso
  • DIALOGOS ABSURDOS
  • DIÁLOGOS ABSURDOS
  • DOÑA PEPITA EN EL MERCADO
  • EL CINE QUE SOY
  • ELLO
  • EXTRAPOLACIONES
  • FASES AUDIOVISUALES
  • Gallina de los huevos de perla
  • INICIACIÓN A LA COMPRENSIÓN VISUAL DEL MUNDO
  • LA CHICA DEL TIEMPO
  • LA MITICPEDIA
  • LA SESIÓN DE HIPNOSIS
  • LA SEÑORA ABBOT
  • La patrulla ortográfica
  • METAFÍSICA
  • METRÓPOLIS
  • MICROCUENTO
  • NUESTRAS VISIONES
  • PERCEPCIONES DIARIAS
  • PUNTOS CARDINALES
  • SÍ MI COMANDANTE
  • parecidos razonables
  • retratos psíquicos

ENTRE MUCHOS, MÁS

  • A través del Uniberto.
  • A&E.Revista Obsidiana.
  • Anotaciones de un paseante
  • Autorretrato en espejo convexo
  • El blog de Carmen Pinedo
  • El blog de cívico
  • El electrobardo
  • El laberinto de la identidad
  • El lenguaje del aire
  • El poema del día.Asamblea de palabras
  • Emma Gunst. Poesía
  • Enanos en elefante.
  • Gloria Vilches
  • Kollage kit
  • Las servilletas son para el verano
  • Lecturas en el akantilado
  • Líneas sobre arte (y literatura, y cine y más..)
  • Mitología del olvido
  • Neurocienciacultura
  • Notas Diversas
  • Poemes visuals
  • Poetas del siglo XXI
  • Todo negro. Novela, cine y más.

Historial de historias

  • ►  2025 (9)
    • ►  agosto (1)
    • ►  julio (1)
    • ►  junio (1)
    • ►  mayo (1)
    • ►  abril (1)
    • ►  marzo (1)
    • ►  febrero (2)
    • ►  enero (1)
  • ►  2024 (52)
    • ►  diciembre (1)
    • ►  octubre (1)
    • ►  agosto (2)
    • ►  julio (1)
    • ►  junio (1)
    • ►  mayo (4)
    • ►  abril (5)
    • ►  marzo (19)
    • ►  febrero (17)
    • ►  enero (1)
  • ►  2023 (31)
    • ►  diciembre (2)
    • ►  noviembre (3)
    • ►  octubre (2)
    • ►  septiembre (3)
    • ►  agosto (2)
    • ►  julio (4)
    • ►  junio (5)
    • ►  mayo (1)
    • ►  abril (1)
    • ►  marzo (6)
    • ►  febrero (1)
    • ►  enero (1)
  • ►  2022 (20)
    • ►  diciembre (1)
    • ►  noviembre (1)
    • ►  octubre (1)
    • ►  septiembre (1)
    • ►  agosto (1)
    • ►  julio (1)
    • ►  junio (1)
    • ►  mayo (1)
    • ►  abril (1)
    • ►  marzo (2)
    • ►  febrero (2)
    • ►  enero (7)
  • ►  2021 (12)
    • ►  diciembre (1)
    • ►  octubre (1)
    • ►  agosto (1)
    • ►  julio (1)
    • ►  junio (1)
    • ►  mayo (3)
    • ►  abril (2)
    • ►  febrero (2)
  • ►  2020 (23)
    • ►  diciembre (6)
    • ►  noviembre (1)
    • ►  septiembre (2)
    • ►  agosto (1)
    • ►  julio (1)
    • ►  mayo (3)
    • ►  abril (1)
    • ►  marzo (5)
    • ►  febrero (3)
  • ►  2019 (29)
    • ►  diciembre (2)
    • ►  noviembre (3)
    • ►  octubre (4)
    • ►  septiembre (2)
    • ►  agosto (3)
    • ►  julio (2)
    • ►  mayo (2)
    • ►  abril (5)
    • ►  marzo (4)
    • ►  febrero (1)
    • ►  enero (1)
  • ►  2018 (61)
    • ►  diciembre (2)
    • ►  noviembre (1)
    • ►  octubre (6)
    • ►  septiembre (4)
    • ►  agosto (5)
    • ►  julio (9)
    • ►  junio (6)
    • ►  mayo (4)
    • ►  abril (8)
    • ►  marzo (9)
    • ►  febrero (5)
    • ►  enero (2)
  • ►  2017 (96)
    • ►  diciembre (4)
    • ►  noviembre (9)
    • ►  octubre (7)
    • ►  septiembre (5)
    • ►  agosto (7)
    • ►  julio (8)
    • ►  junio (8)
    • ►  mayo (4)
    • ►  abril (9)
    • ►  marzo (12)
    • ►  febrero (11)
    • ►  enero (12)
  • ▼  2016 (166)
    • ►  diciembre (18)
    • ►  noviembre (16)
    • ►  octubre (13)
    • ►  septiembre (9)
    • ▼  agosto (19)
      • DIÁLOGOS ABSURDOS: ENTREVISTA A UNA BARBI IRRACION...
      • CUENTOS 3.0: EL ZORRO, EL ESPANTADOR DE PATOS Y EL...
      • BILLETES PARA EL YIN Y EL YANG I
      • METÁFORAS DE LA VIDA DIARIA: TRAPOS DE LIMPIEZA DE...
      • FÁBULAS 3.0: EL GATO ALBINO, LOS TRILEROS BOXEADOR...
      • SEÑALES Y RESULTADOS COMA, QUIERO. PUNTO Y FINAL.
      • ALEJANDRA Y LOS CARACOLES: TE PONGAS COMO TE PONGA...
      • ALEJANDRA Y LOS CARACOLES:UNA PROVOCACIÓN PARA LA ...
      • EL PODER AMORDAZADO DEL CONTADOR DE HISTORIAS.
      • EL SÍNDROME MÁS PARECIDO A UN M.A.P.A
      • ENTRE INVOLUCIONES ANDA EL JUEGO.
      • ALEJANDRA Y SU PRIMER DÍA DE TRABAJO COMO...PONGA ...
      • ADONIS DISTRAÍDO NATURAL O ADN BASURA Y EL MUNDO T...
      • INGENIERÍA INVERSA PARA MENTES PERFECTAS
      • RETOMANDO LA VISIÓN PERIFÉRICA, EL CHOCOLATE DEL L...
      • CONTENIDOS DISCRIMINATORIOS PARA FASES AUDIOVISUAL...
      • PARECIDOS RAZONABLES: LAS HERRAMIENTAS REMOTAS DE ...
      • AFORISMOS CONCENTRADOS
      • LA SESIÓN DE HIPNOSIS DE LAS CINCO EN PUNTO DE LA ...
    • ►  julio (20)
    • ►  junio (17)
    • ►  mayo (11)
    • ►  abril (14)
    • ►  marzo (9)
    • ►  febrero (11)
    • ►  enero (9)
  • ►  2015 (273)
    • ►  diciembre (21)
    • ►  noviembre (30)
    • ►  octubre (27)
    • ►  septiembre (22)
    • ►  agosto (54)
    • ►  julio (64)
    • ►  junio (38)
    • ►  mayo (13)
    • ►  abril (2)
    • ►  marzo (2)

ARTE

  • Artesan.nato
  • Los cuadernos de Paul Klee Vol.1
  • Los cuadernos de Paul Klee. Vol.2

LITERATURA

  • A media voz
  • Caja de resistencia
  • Canibaal
  • Con voz propia en la red
  • El instante varado
  • Isliada
  • Los inadaptados
  • Poemas del alma.
  • Poesi.as
  • Poéticas
  • Por favor, lea poesía
  • Revista Dos disparos
  • Revista: Fervor de bahía Blanca
  • Salto al reverso

FILOSOFÍA

  • El vuelo de la lechuza
  • Filosofía en la red
  • La ciencia de la mula Francis
  • La máquina de Von Neumann
  • Papers filosóficos.
  • Revista Filosofía Hoy
  • Revista Logos

Copyright © 2017 Proyecto cara de col | Proyecto caracol . Created by OddThemes