ALEJANDRA Y LOS CARACOLES:UNA PROVOCACIÓN PARA LA CONFUSIÓN TOTAL DEL PROTOCOLO.
Relatos de la serie Alejandra y los caracoles
Otros relatos relacionados por orden
Alejandra y Montenegro. No saber de negativas y el resultado imperfecto...
Alejandra, el café y otro libro que descartar.
Iván no es tan tonto, ni sus confesiones son tan escatológicas.
Alejandra y su primer día de trabajo como..."ponga aquí..
¿Se puede saber a qué ha venido eso?
Alejandra Toc Toc, la buena educación de los monos...
Alejandra y los caracoles: una provocación...
Alejandra y los caracoles: te pongas como te pongas, la guerra está ganada.
Alejandra, el café y otro libro que descartar.
Iván no es tan tonto, ni sus confesiones son tan escatológicas.
Alejandra y su primer día de trabajo como..."ponga aquí..
¿Se puede saber a qué ha venido eso?
Alejandra Toc Toc, la buena educación de los monos...
Alejandra y los caracoles: una provocación...
Alejandra y los caracoles: te pongas como te pongas, la guerra está ganada.
–¿Ana?
–¡Buenos días David!¡Qué sorpresa!–exclamó con su papel bien ensayado.
–¿Sorpresa? ¿En serio?
–¿Qué ocurre?–preguntó con una entonación expiatoria de culpa–. Mira, ahora mismo no puedo atenderte, pero si quieres podemos quedar para comer y hablamos ¿Te parece bien?
–Esto...
David no alcanzó a finalizar. Quisiese o no quisiese debería pasar el filtro de la gran Ana Sansaloni.
–Bien. Pues nos vemos en el Maryroad a la una en punto. Nos tomamos un aperitivo con tranquilidad y comemos. Ten en cuenta que tengo exactamente treinta minutos. A las trece cuarenta y cinco...creo...-interrumpió mientras se escuchaban unas hojas pasar y a Maite, su secretaria/ayudante/chica para todos, susurrándole una reunión–. Sí eso...dice Maite que tengo una reunión con inversores.¡Uff!Esa reunión... ¡No me acordaba! Bueno, no pasa nada...Comprenderás que es importante, así que...no llegues tarde. Hablaremos de todo lo que necesites, me disculparé por todos los males que he cometido y eso..., prometido.¿Sí? ¡Estupendo!
–¡¿Lo que necesite?!–preguntó visiblemente afectado–. Mira Ana...
No pudo hablar nada más. El sonido característico del colgado de teléfono fue lo único que le mantuvo la conversación.
Fuente imagen: Pixabay Autor: Alexas Photos |
A la una en punto apareció. Con traje impecable, camisa blanca y sin corbata. Sus zapatos merecían sin embargo un capítulo personalizado en el que no entraremos. Solía pulirlos hasta la saciedad y se reflejaba cualquier halo de luz en ellos de forma sorprendente.
Entró en el restaurante y preguntó por la reserva.
El camarero, un muchacho de apenas diecinueve años le buscó en la lista del ordenador de la entrada.
–Sí, señor....A la una, Ana Sansaloni. Permítame que le acompañe a la mesa–respondió con gracilidad y una sonrisa aparentemente franca–. La señora Sansaloni todavía no ha llegado.
Típico de ella, pensó David desabrochándose la chaqueta al tiempo que se sentaba.
–¿Quiere que le traiga algo de beber mientras espera, señor?–preguntó el chico.
–Sí gracias. Póngame un vino blanco.
–Enseguida, señor–. Contestó saliendo raudo hacia la zona de barra.
Quince minutos después y segunda copa comenzada, notó una mano que le acariciaba los hombros a modo de bienvenida.
0 comentarios