DIÁLOGOS ABSURDOS. DEL SUICIDIO INTELECTUAL DE OCCIDENTE


DIÁLOGOS ABSURDOS. DEL SUICIDIO INTELECTUAL DE OCCIDENTE


Subir a la terraza del edificio siempre se le hacía pesado pero era la mejor manera de poder conseguir que se secase la ropa en unos veinte o treinta minutos. El sol irradiaba hasta el punto de poder freír-te los huevos. Abrió el portón metálico con la llave y allí estaba aquel hombre. En el borde de la azotea, encima de la repisa, con los brazos en cruz. Al verlo a contraluz, de no ser él un hombre de ciencia, podría haber considerado la posibilidad de haber tenido una de esas visiones... sin embargo, reaccionó ipso facto.
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-Oiga...¡espere, no se tire!
-Motívemelo.
-¿Qué?
-¡Qué lo motive!-exclamaba vociferante-¡Deme una sola razón!
-Pues...ahora mismo no se me ocurre el por qué- susurró rascándose reflexivamente la frente- ¡Ah!..un momento..., venga Arturito...tú puedes...piensa algo que se tira..., que este tío se tira,  se decía a sí mismo tembloroso. Mientras, chasqueaba los dedos en busca de una frase convincente.
-¡Ya lo tengo! ¡Sí!¡La vida es muy bonita!
-¿En serio?¿Lo está diciendo en serio? ¿No tiene nada más? ¡Un eslogan de azucarillo! ¿¡Una frase hueca!?
-Espere...hombre... un momento. Deme cinco minutos para pensar... bajo presión...¡¡es muy difícil...!!-gritó agitando la cabeza.
-¡No tengo cinco minutos! ¡Quiero morirme ahora mismo!
-Pero...espere...-esbozó subiendo los brazos con pausa milimétrica-¿qué es lo que le ha pasado?
-¡Qué pasa! ¿Que qué me pasa? ¡A mi no me pasa nada!
-Ajá...,ya veo...-respondió entregándole esa razón que todos ofrecemos cuando sospechamos enajenación mental...
-¿Usted ha visto cómo está el mundo?-esbozó- Yo miro y vuelvo a mirar y ¡solo veo dinero!¿¡¡¡¡Quién quiere dinero!!!!? Dinero...vaya mierda...¿Quién quiere, dígame? ¿Cómo es posible que hayamos quedado para esto? ¿Es usted consciente de las necesidades de ori-occid-ente? ¿Se da usted cuenta de que el dinero lo quieren para jugar al monopoly?
-¿Cómo que para jugar al monopoly? ¡Qué dice!
-¡¡¡¡Al monopoly!!!! ¡A la bolsa! En realidad el pensamiento occidental se ha quedado reducido a un juego de ludópatas planetario. Menuda sinopsis más escatológica... Si lo piensas... ¡Qué vergüenza! ¡Si Aristóteles o peor aún... Foucault..o...peor...Adorno...¡¡¡oh!!! ¡¡¡si la filosofía levantara la cabeza!!!
-¡Ah!¡Oh! No lo había visto de esa forma...-resopló hundiendo los hombros.
-¿Y de qué otra forma puede verse si no? ¡Pandilla de malditos ludópatas enriquecidos! ¡Les iba yo a dar enriquecimiento a todos si pudiera! ¡Pero de uranio! ¡Malditos hijos de la gran chingada perra peluda!
Se hizo el silencio. El caballero suicida, se permitió el lujo de interrumpir su propio discurso. Parecía que pensaba...

-Y, como usted comprenderá...así no...así no vamos bien...-finalizó balanceándose.

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El suelo estaba exactamente a cuarenta y cinco metros de altura. Él sólo había subido a tender la ropa. ¿Cómo había acabado allí departiendo con un completo desconocido sobre el origen de todos los males y el suicidio intelectual del mundo occidental?

-Espere...¡ya lo tengo...! Si todo es un juego, también usted puede jugar...
-¿A qué? ¿Al monopoly? ¡¡¡¡y una mierda!!!!- rugió con furia incontrolable.

Por un momento aquel rugido transformó al hombre en león de melena blanca. Si se esforzaba bien en pensarlo mientras escuchaba el eco...era un ¡león blanco!
Arturo sacudió su cabeza unas cuantas veces antes de responderle. Tantas horas delante del ordenador no le habían sentado nada bien...

-Pero ¡no todo está perdido!¿Se ha dado usted cuenta de que aquí estoy yo? Mire...si fuera egoísta le daría la razón, usted se tiraría, se mataría y yo acabaría de tender la ropa sin problemas porque...no sé si se ha fijado...eso... es lo que venía a hacer.

El desconocido miró contrariado la palancana que llevaba a cuestas aquel muchacho. Hasta ese momento no se había dado cuenta de que llevaba algo en los brazos. Su indignación le había nublado la vista. Sus sentidos lo habían vuelto a engañar.

-¡Oh! ¡Cierto! ¡Qué desconsiderado por mi parte...¡por favor! Perdónemee...¡no me había dado cuenta!  Muy egoísta por mi parte...

Y finalizó aquellas disculpas bajándose con cautela del borde del abismo. Toda la cautela que puede poner una persona que está a punto de tomarse en serio esto de vivir...

- Acabe..., acabe...que me espero...
-¿A qué?
-¿Cómo que a qué? ¡A que termine de tender para tirarme!

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