¿SE PUEDE SABER A QUÉ HA VENIDO ESO?
Relatos de la serie Alejandra y los caracoles
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¿Se puede saber a qué ha venido eso?
Era Susi. Alejandra se levantó rápidamente. Solía ser muy poco oportuna, pero en este caso, le vino genial que cortase su conversación. Se dio cuenta de que estaba hablando como si estuviese loca y agradeció mentalmente la aparición "divina" de su querida amiga. Recogió sus cosas y en el momento en el que se despedían, Iván habló:
-Volvemos a vernos la semana próxima, estaré aquí el viernes. Ven el día que quieras. Quiero verte y acabar esta conversación-sentenció como si hubieran sido parte de un programa de televisión al que interrumpiese la publicidad sin tener en cuenta la espectador.
Alejandra asintió de la forma más natural y salió con Susi de la cafetería con bastante prisa.
Lo cierto es que no quería dejar el tema ahí pero, como se había metido en el embrollo ella solita, debía aclararlo. Tampoco es que fuera muy importante quedar como una desquiciada delante de Iván, al fin y al cabo lo único que les unía era la pasión por la lectura avanzada, el café de Robert y su irrefrenable adicción a la cafeína. Muchas parejas estables existen con menos cosas en común y funcionan, pensó desviándose por completo de sus propios pensamientos mientras recorría el pasillo del local en dirección a la puerta de salida.
-¿Se puede saber a qué ha venido eso?-preguntó Susi solicitando explicaciones.
-A ¿qué ha venido qué?
-¡Ay, va, ya...! no te hagas la tonta..."Volvemos a vernos la semana próxima...bla,bla,bla....quiero verte y acabar esta conversación"-repitió imitando la voz de Iván de forma burlona.
-Escucha, querida Susi, eso es algo que a ti no te incumbe. Es un chico que he conocido en la cafetería, es gracioso, bastante bien parecido, como has comprobado y le gusta la lectura, como a mí. Y si quiero volver a verle, pues lo haré. Te burles, te fastidie, te guste o no te guste.
-Pero y Mauro...-replicó su amiga con voz compungida- esta noche hemos quedado todos juntos.
-¡Acabáramos! ¿Mauro? Susi...ya sé que Mauro es un gran amigo, t-u-y-o -recalcó con un enfado incipiente- pero que yo haya tenido algo con él no significa que dejéis de ser amigos, vosotros. Ya no tenemos quince años ¿sabes? Los adultos suelen tener relaciones con otros adultos...de forma fluida-decía Alejandra asombrada de que su amiga fuera capaz de armar toda aquella estrategia para ver a un hombre.
-Pero...es que tú eres la única razón por la que aparece siempre por dónde nos movemos, no digas que no lo sabes.
-¡Ah!Comprendo...-dijo Alejandra como si le acabasen de estampar una revelación en la frente- si tienes que venir a buscarme para obligarme a salir, que oye...yo lo hago muy a gusto...somos amigas ya lo sabes...pero, repito...si tienes que secuestrarme para salir conmigo con el anhelo de verlo a él...¡joder Susana! tienes un problema mental grave... y te lo digo desde el cariño...
-No me digas eso...-contestó prosiguiendo con sus cavilaciones.
-No, ¡qué va! Pero ¿tú te estás escuchando? Si sientes algo por Mauro y te frenas por mi supuesto semáforo en rojo, no te equivoques, tienes todos los semáforos en verde...- concluyó satisfecha- de verdad que no me interesa. Demasiado anciana ya para andarme con ajedrez en el amor y a ti tampoco debería interesarte, ya sabes su situación, pero chica, no soy nadie para juzgar tu necesidad masoquista de sentirte despreciada o actriz de reparto.
-¿Qué? ¿Estás diciendo que necesito telenovelas en mi vida?
-Exacto. Y, ojo, lo respeto. Pero esa fase yo ya la he pasado. Viene bien como entrenamiento emocional, no te creas, pero, sinceramente ya no es para mí. Y si tienes que esperar a ver a Mauro porque él espera verme a mí, de verdad que creo que los astrolitos no están haciendo buena conexión neuronal en tu cerebro, pero chica...tú verás.
-Mira Alejandra Monte Fuentes, este discurso me lo conozco- expresó sabiendo perfectamente de qué iba aquello- No es la primera vez que intentas cambiar el hilo para no tener que hablarme de un amigo especial.
-¿Quée? ¿Qué estoy desviando el discurso?-dijo antes de la carcajada amplificada que se escuchó como si llevase un megáfono en la mano.
-Sí, eso estás haciendo. A mí Mauro no me interesa, solo que lo conozco muchos años y no me gustaría tener que elegir entre vosotros dos-intentó explicarse bajando el tono de su voz.
-Bien, pues entonces, tu estrategia se ha quedado en tablas y no lo hablemos más. Ni a ti te gustaría un romance alocado con Don Mauro y yo no considero a Iván ni siquiera amigo. ¿Empate?
Alejandra extendió su mano a Susana para estrechársela antes de subir por las escaleras de su casa para soltar el tablet e ir a cenar. Ambas querían dejar el juego de las damas en el tablero y así transcurrió el resto de la noche. Empate técnico-sentimental al que sumar los silencios necesarios al respecto.
Alejandra asintió de la forma más natural y salió con Susi de la cafetería con bastante prisa.
Lo cierto es que no quería dejar el tema ahí pero, como se había metido en el embrollo ella solita, debía aclararlo. Tampoco es que fuera muy importante quedar como una desquiciada delante de Iván, al fin y al cabo lo único que les unía era la pasión por la lectura avanzada, el café de Robert y su irrefrenable adicción a la cafeína. Muchas parejas estables existen con menos cosas en común y funcionan, pensó desviándose por completo de sus propios pensamientos mientras recorría el pasillo del local en dirección a la puerta de salida.
-¿Se puede saber a qué ha venido eso?-preguntó Susi solicitando explicaciones.
-A ¿qué ha venido qué?
-¡Ay, va, ya...! no te hagas la tonta..."Volvemos a vernos la semana próxima...bla,bla,bla....quiero verte y acabar esta conversación"-repitió imitando la voz de Iván de forma burlona.
-Escucha, querida Susi, eso es algo que a ti no te incumbe. Es un chico que he conocido en la cafetería, es gracioso, bastante bien parecido, como has comprobado y le gusta la lectura, como a mí. Y si quiero volver a verle, pues lo haré. Te burles, te fastidie, te guste o no te guste.
-Pero y Mauro...-replicó su amiga con voz compungida- esta noche hemos quedado todos juntos.
-¡Acabáramos! ¿Mauro? Susi...ya sé que Mauro es un gran amigo, t-u-y-o -recalcó con un enfado incipiente- pero que yo haya tenido algo con él no significa que dejéis de ser amigos, vosotros. Ya no tenemos quince años ¿sabes? Los adultos suelen tener relaciones con otros adultos...de forma fluida-decía Alejandra asombrada de que su amiga fuera capaz de armar toda aquella estrategia para ver a un hombre.
-Pero...es que tú eres la única razón por la que aparece siempre por dónde nos movemos, no digas que no lo sabes.
-¡Ah!Comprendo...-dijo Alejandra como si le acabasen de estampar una revelación en la frente- si tienes que venir a buscarme para obligarme a salir, que oye...yo lo hago muy a gusto...somos amigas ya lo sabes...pero, repito...si tienes que secuestrarme para salir conmigo con el anhelo de verlo a él...¡joder Susana! tienes un problema mental grave... y te lo digo desde el cariño...
-No me digas eso...-contestó prosiguiendo con sus cavilaciones.
-No, ¡qué va! Pero ¿tú te estás escuchando? Si sientes algo por Mauro y te frenas por mi supuesto semáforo en rojo, no te equivoques, tienes todos los semáforos en verde...- concluyó satisfecha- de verdad que no me interesa. Demasiado anciana ya para andarme con ajedrez en el amor y a ti tampoco debería interesarte, ya sabes su situación, pero chica, no soy nadie para juzgar tu necesidad masoquista de sentirte despreciada o actriz de reparto.
Fuente imagen: tumblr |
-Exacto. Y, ojo, lo respeto. Pero esa fase yo ya la he pasado. Viene bien como entrenamiento emocional, no te creas, pero, sinceramente ya no es para mí. Y si tienes que esperar a ver a Mauro porque él espera verme a mí, de verdad que creo que los astrolitos no están haciendo buena conexión neuronal en tu cerebro, pero chica...tú verás.
-Mira Alejandra Monte Fuentes, este discurso me lo conozco- expresó sabiendo perfectamente de qué iba aquello- No es la primera vez que intentas cambiar el hilo para no tener que hablarme de un amigo especial.
-¿Quée? ¿Qué estoy desviando el discurso?-dijo antes de la carcajada amplificada que se escuchó como si llevase un megáfono en la mano.
-Sí, eso estás haciendo. A mí Mauro no me interesa, solo que lo conozco muchos años y no me gustaría tener que elegir entre vosotros dos-intentó explicarse bajando el tono de su voz.
-Bien, pues entonces, tu estrategia se ha quedado en tablas y no lo hablemos más. Ni a ti te gustaría un romance alocado con Don Mauro y yo no considero a Iván ni siquiera amigo. ¿Empate?
Alejandra extendió su mano a Susana para estrechársela antes de subir por las escaleras de su casa para soltar el tablet e ir a cenar. Ambas querían dejar el juego de las damas en el tablero y así transcurrió el resto de la noche. Empate técnico-sentimental al que sumar los silencios necesarios al respecto.
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