EL GATO "NINJA" CUYA PSICOMOTRICIDAD MERECERÍA UN LÁPIZ.

Y los días se echaron a caminar. Y ellos, los días, nos hicieron. Y así fuimos nacidos nosotros, los hijos de los días, los averiguadores, los buscadores de la vida.
Los hijos de los días.
Galeano, E.


Hace años, a mi independencia partero-filial sumé el único animal que podría haber sido compañero fiel de un ermitaño revenido como yo. Ahora lo sé.
Mi gata "Magie" fue un animal "ninja". Un animal sigiloso. Con los nervios a flor de piel y cercano a la locura de control silencioso de su propia respiración gatuna, harto conocida como "ronroneo".

Magie se educó en el mejor lugar del mundo en el que se puede criar un animal: al aire libre. 
Tuvo la suerte de tener un gran maestro para aprender el fino arte de la caza. (Sí, efectivamente, eso que estáis pensando: El hambre, fiel compañera y profesora del mejor colegio público).
artista: karenmathisonschmidt
Magie comía ratas, insectos, perseguía incluso a los erizos por el monte, se peleaba con los conejos y, sólo, en contadas ocasiones, les ganaba la batalla. Sabía que había tenido una pugna cuando aparecía por la cabaña, totalmente magullada o con jirones de piel que le colgaban, porque no había manera de averiguarlo si no era así. Su expresión facial gatuna permanecía imperturbablemente serena1 , siempre.

Una vez le partieron la oreja izquierda por la mitad. Nunca quise saber quién había sido. Yo apuesto por los conejos de monte porque suelen ser muy rencorosos, aunque obviamente esto entra dentro del terreno pantanoso de la especulación y el desconocimiento consentido.  Es posible que, de haberlo sabido, la pugna se zanjarse de inmediato. ¿Cómo? Pegándole un tiro en el entrecejo a ese maldito conejo montañés. Nunca he sabido moldear mi inquina.

Mi gata tenía un punto débil que nadie conocía. Le encantaba matar pájaros. Pero, por pura diversión. Nunca se alimentó de ellos. Todavía no sé muy bien por qué. 
Se pasaba horas y horas escuchando sus cánticos comunicativos, inmóvil... tumbada bajo el sol de debajo del único Abedul que existía en nuestro pequeño pedazo de tierra existencial. Sus orejas, perfectas parabólicas milagro de la evolución, realizaban esos graciosos y pequeños movimientos cortos y precisos sin que ella moviese ni un bigote de su hocico.
Digo yo que, esta estrategia del "I don't care" sería lo que les despistaba porque, bajaban de los árboles y se paseaban por delante de ella ufanos mientras parecía que, a Magie, no le importaba.
Esta táctica ninja es conocida en el mundo animal, (no me preguntéis como lo sé) como "Kuji Kirimiau", al estilo propio del más ancestral Ninjutsu y consiste en mantener las patas en diversas posiciones específicas mientras yacen tumbados dejando el tiempo pasar. Se dice que, de esta forma, los animales felinos alcanzan poderes sobrenaturales. Y no me extraña. Magie era capaz de moverse en décimas de segundo, si detectaba algún pajarillo, en un radio de 1 metro de distancia desde su posición, para clavarles las  garras en su cabeza. 
Perdían con ello, el sentido del equilibrio. Entonces, se apartaba y observaba alerta cómo los pobres animales...agonizaban buscando la huída, malheridos.

No contenta con eso, cuando ya aborrecía sus movimientos torpemente alados, se acercaba de nuevo, olisqueando su rastro y, al llegar hasta ellos, el "látigo-zarpazo", acababa empotrándolos contra un árbol. 
Y siempre era el mismo árbol. 
Se podría pensar, incluso, que era una táctica aprendida, asumida y pulida por años de estudio de laboratorio. Nunca lo sabremos. Esa es otra de las cosas que su expresión facial jamás confesará.




1. De todas formas, el código ético de los gatos no permite el relato de contiendas perdidas. Lo tengo por ahí, un día os lo paso para que le echéis un vistazo.







Comparte:

0 comentarios