CONTROL DEL VIENTO, SOLICITUD ACEPTADA Y LA POTENCIA DE UN DEDO ÍNDICE.



Relato perteneciente por orden a la serie "La chica del tiempo":
 




-Bien-continuó más pausado Don Pablo-toda la teoría que tengo que saber de usted ya la conozco. Necesito pruebas.
-¿Qué necesita?-preguntó Lucía muy molesta.

El viento comenzaba a preocupar a los presentes porque todos los que se encontraban almorzando sabían a la perfección que aquello era provocado por Lucía Mascaronte. Sin embargo, masticaban con tranquilidad. Aquel pueblo era muy pequeño y ella, vecina de toda la vida, jamás enviaría ningún tipo de catastróficas desdichas meteorológicas al pueblo. Gozaba de plena confianza porque el tiempo desastroso siempre venía solo (aunque eso...aquellos forasteros de pinganillo en oreja no lo sabían).



Fuente imagen: 500px.com
Autor: Adrian Sommeling
Título: Wind


-Necesito que pare de azotar el aire.
-No es tan sencillo. Si me altero innecesariamente el viento se alza. Es su forma de comunicarme que debe deshacerse mi mal humor.
-Y ese mal humor...se lo provoco yo...por lo que veo.
-Efectivamente- asintió con la cabeza cruzándose de brazos.
-¿Y no puede controlarlo?
-Sigo en "fase de prácticas". Cuando acabemos la conversación me tranquilizaré y parará. Pero necesito calma y despreocupación.
-Pero¿ y el agua? ¿por qué no hace llover?
-¿Dos fenómenos atmosféricos? Eso, de momento y hasta nueva orden, no puedo provocarlo tampoco.
-Entonces ¿quiere decirme que está aprendiendo? ¿Cómo lo hace?


La conversación comenzó a fluir. Entonces, los músculos de maxilofaciales de Lucía se destensaron. Daba la impresión de que se disipaban sus desavenencias iniciales. Consecuentemente y tal y como le dijo, volvió la calma.
El forastero, asesor del presidente, se percató de aquello e interrumpió la conversación.

-Un momento...ha parado.
-Ya lo sé.
-¿Cómo lo ha hecho?- preguntó confundido.
-Hasta ahora, todo podría ser exactamente lo mismo que un fenómeno meteorológico fortuito, ¿no cree? ¿Por qué se cree que soy yo si hasta ahora no hace más que poner en entredicho veladamente mi potencia?
-Yo...¿yo? yo no he dicho en ningún momento que sea una impostora- se justificó rápidamente. Sus mejillas sonrojadas le descubrieron
-No es necesario que lo diga, lo lleva escrito en la frente. ¡Mire ahora afuera! ¿Ve? 

En dos segundos señalando el exterior con el dedo índice de su mano derecha se alzó el viento todavía con más fuerza que antes.

Se escuchó una voz con varios tonos de potencia mayor que el barullo que se escuchaba en el local. Provenía de la mesa dos. Era su amiga Raquel, secretaria de una empresa de mantenimiento ubicada a dos manzanas de la cafetería. Almorzaba con sus compañeras.

-¡Lucía, para... please, tengo que volver a la oficina y ayer fui a la pelu!- soltó con una voz horizontalmente calmada, como si aquello fuera de lo más normal. 

Algunos clientes, reforzaban la petición asintiendo con las cabezas.

Así lo hizo. En cuanto se lo solicitaron, volvió la calma a su cuerpo y al pueblo. 
Un control inaudito de la situación. ¿Cómo? ¿Cómo lo hacía? ¿No decía que estaba en prácticas?, pensaba Don Pablo. Miró al suelo con la mandíbula desencajada para escribir algo en su teléfono.

"Solicito más tiempo. Necesito averiguar y corroborar muchos puntos. Conoce mis reticencias al respecto. Le mantendré informado".




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