LA CHICA DEL TIEMPO. LA DIPLOMACIA Y LAS PALABRAS CLAVE.




Relato perteneciente por orden a la serie "La chica del tiempo":
 


Lucía y Mario permanecían en el salón de recepción de personalidades que disponía de los portones abiertos de par en par, de ahí que la escena pareciese una obra de teatro-ficción.

-Me gustaría poder hablar con ella, a solas- expresó en voz alta a la caterva de asesores que pululaban ensimismados en sus quehaceres, disimulando que no prestaban atención a la llegada de la chica del tiempo, pero lo hacían.
-Muy bien señor, contestó tímidamente Pablo.

Fuente imagen: elrinconvintagedekarmela
El presidente se encontraba algo nervioso. Había hablado con mucha gente pero nunca con alguien capaz de controlar el tiempo atmosférico. Desconocía el modo de comportarse. y era inevitable que surgiese en él la poca parte de niño que le quedaba para imaginarse las cosas de que era capaz aquella señora. Sus fantasías infantiles ahí, presentes. Sentada en uno de sus sillones de la sala de recepción. No podía creerlo. Nervios, muchos nervios.
Pese a haber leído todo su historial vital aportado por el cuerpo técnico de investigadores del centro nacional de inteligencia, y conocer su perfil psicológico así como todo su árbol genealógico hasta tercer grado ascendiente de consanguinidad, intuía que la conversación no sería agradable. El hecho de haberlo hecho público antes en los medios de comunicación, daba a entender la postura defensiva adoptada por su parte. Jugaba en clara desventaja. 

-Buenos días-expresó alargando la mano a la señora para estrechársela mientras se desabrochaba la chaqueta con la otra.
-Buenos días-respondió cortés ella- Le presento Don Alberto. Este es mi esposo, Mario, abogado especialista medioambiental y relaciones internacionales.
-Mucho gusto-
-Igualmente- dijo Mario estrechando con firmeza el sellado de la presentación.


Una vez superado el protocolo inicial,  el presidente de la nación, les invitó, realizando un ademán con las manos,  a que tomaran asiento.

-¿Quieren beber alguna cosa? ¿Agua? ¿Café?
-Agua y una taza de café con miel estaría bien- contestó rápida.
-Sí, coincido-respondió Mario estirando la solapa de su traje.
-Muy bien, ¿Pablo?- dijo marcando su teléfono móvil el número pertinente- haga que nos traigan un refrigerio. Dos cafés, miel y agua. Para mí lo de siempre- 
-Enseguida señor- se escuchó por los altavoces.

Lucía permanecía serena, sin embargo en su interior le corrían nervios que finalizaban en impulsos eléctricos y por ello tuvo que soportar un pequeño tic en la rodilla que le duró toda la entrevista.

-Déjeme decirle, ante todo, que estamos encantados de estar aquí en el palacio presidencial y con usted- prosiguió con sus modales exquisitos.

El presidente, incrédulo ante la naturalidad de aquella mujer en su forma de expresarse, mostraba una cara de asombro digna de una instantánea.

-No,no...permítame decirle que el honor es nuestro. Queremos que su estancia en nuestra-su casa- corrigió- sea lo más confortable posible- respondió siguiendo con el protocolo de presentación asumido por los años.

-Bien- interrumpió Mario- señor presidente, es usted consciente de lo que tenemos entre manos...- La tirantez se hacía patente a todas luces.
-Por supuesto-ladeó la cabeza al mirarle con gesto claro de no comprender lo que hacía allí su esposo. Creía haber dado a entender el "a solas" con total claridad- Perdóneme el atrevimiento-interrumpió creía que esta conversación iba a ser privada entre la señora y el jefe del estado.
En unos segundos la palabras incorrectas en el momento menos acertado tornaban la situación en incómoda.








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