LA CHICA DEL TIEMPO. CORROBORACIÓN DE TEMORES, LLUVIA PROGRAMADA Y UNA LLAMADA DE TELÉFONO.



Relato perteneciente por orden a la serie "La chica del tiempo":
 


-Buenas tardes.
-Buenas tardes.
-¿Podría hablar con Lucía Mascaronte?
-Soy yo.
-Mire, mi nombre es Pablo Cercillo, actual secretario personal del presidente del gobierno.
-Encantada, pero no se ofenda, puede ser usted quien dice ser, y puede ser un trastornado que quiere que le ayude a solucionar sus problemas de comunicación con el cielo. No es la primera vez que me llaman presidentes de gobierno, ayudantes, secretarios de estado o ministros del interior...desde el  interior, pero de un psiquiátrico - apuntilló con sarcasmo.
-Comprendo- soltó vacilante- Estoy al corriente de sus problemas con el mundo desde que salió en los medios de comunicación. 
-Imagino...Perdone pero...no tengo mucho tiempo en estos momentos...si no le importa que vayamos al grano le agradecería saber en qué puedo ayudarle, si es que puedo, y poder proseguir- contestó con interés velado- Déjeme que le confirme que contaba con esta conversación, si no con usted, con otro responsable fiable, hace algún tiempo ya-siguió parloteando.

De la conversación se destilaba una molestia casi insultante porque el responsable de la nación o su equipo hubiese tardado tanto en ponerse en contacto con ella.

-Sí. Imagino...después del revuelo televisivo...-intentó explicarse y dar las pertinentes excusas. Se había percatado de su malestar- Ha sido harto complicado poder comunicarme con usted.  Ni que decir de mantener una entrevista personal-murmuró- por sus constantes cambios de domicilio.
- Ya..ya..Lo mío, coincidirá conmigo,  que es por seguridad.

El ayudante personal del presidente había perdido el hilo y la doble intencionalidad del discurso de Lucía justo detrás de ese "zas en toda la boca" y le costó recuperarse.

-Por supuesto. Es lógico y de sobra comprensible.



Fuente imagen: devianart
Autor: DendaReload
-Y también comprenderá por ello que sé sobradamente que mi teléfono y todas mis comunicaciones son intervenidas, sistemáticamente, en cuanto pueden hacerlo...-prosiguió muy segura de lo que decía- de ahí que cambie de número de teléfono cada día.
-Sí, sí. Disculpe Lucía. Deberíamos habernos puesto en contacto con usted de alguna forma fiable. Lo cierto es que no hay excusas.
-Pues mire, tiene razón. En vez de monitorizarme al más puro estilo de espionaje de los años noventa, deberían haberse puesto en contacto con nosotros directamente ¿se piensan que no sabemos que cuando el estado quiere encontrar a alguien lo hacen? ¿Qué no les interesa lo que les tengo que mostrar?
-Perdone. Le reitero mis disculpas. Hemos comenzado con mal pie.
-¡Muy mal pie!- contestó casi vociferando y, aunque disgustada, no paraba de hablar- Ha comenzado mintiendo. Dice que no han podido contactar conmigo antes, pero no lo han hecho porque no han querido. Pura estrategia. 
-Tiene usted razón.
-¿Qué tengo razón? ¡Pues claro que la tengo!
-Lucía, cálmese. Le vuelvo a pedir disculpas en nombre del gobierno y del equipo personal del presidente. Entienda que el fenómeno que han descrito en los medios de comunicación es algo increíble y teníamos que asegurar nuestra posición antes de hablar con alguien como usted. Podría estar mintiendo...la televisión da opción a eso, usted lo sabe...-continuó con la disertación-  contratos televisivos para mantener a la audiencia...convertir un caso ficticio  en un fenómeno viral en el que creer...en fin...había que descartar cualquier tipo de falsedad.

Lucía aceptó finalmente la situación, aportando un silencio prolongado como confirmación. Al fin y al cabo ella lo veía con normalidad porque le acompañaban sus fenómenos desde hacía varios años. Se acostumbró a ello. 
El secretario del presidente, tenía razón. Era inaudito que una persona pudiera "invocar", por llamarlo de alguna forma, a la lluvia o al sol, a tormentas, tornados o cualquier otro fenómeno meteorológico. Casi parecía sacado de una película de ciencia-ficción..., pensaba. Debía comprender el shock que provocaba en todo el mundo al respecto.

-Tiene usted razón. Tiene usted razón-repitió finalmente claudicando ante el argumento- he sido poco empática. ¿Cómo va alguien a creerse de primeras y sin cuestionárselo tamaña situación?- expresaba autocuestionándose. 
-No se preocupe. La comprendo. Dicho lo cual, para no entretenerla más, si tiene a bien... me gustaría tener con usted un encuentro privado.
-Iré con mi abogado y será un encuentro privado pero en un local de mi confianza y en público. 

Pablo dudó unos segundos. Desde luego aquella señora era meticulosa. Obviamente, formaba equipo. Pensar en todas las posibilidades y planificarlo todo, nunca puede hacerlo una sola persona ¿o sí?

-Está bien, usted es la que controla "el y los tiempos"-carraspeó-...lleva ventaja y posee más poder que yo-rió nervioso ante  la organización de la agenda para el encuentro.

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