IVÁN NO ES TAN TONTO, NI SUS CONFESIONES SON TAN ESCATOLÓGICAS

Relatos de la serie Alejandra y los caracoles
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Iván no es tan tonto, ni sus confesiones son tan escatológicas.



Alejandra hizo lo que correspondería en estos caso: Extender su mano, reírse y contestar.

- Yo soy Alejandra. Me vendrá bien otra ronda, la verdad.
-¿Lo mismo?
-Sí. Gracias.

Iván se levantó, esperó pacientemente la cola cuyas dimensiones superaban ya la puerta de la entrada en el comercio, volvió a la mesa diez minutos después y tomó asiento repartiendo con soltura lo que cada uno había pedido.

-Y... ¿puede saberse qué haces leyendo un cuento infantil de Tolstói?- preguntó volcando el azucarillo.
-No creas que lo hago por gusto.
-y ¿entonces?
- Obligación estudiantil, supongo- concluyó.

Se hizo un pequeño silencio que ambos aprovecharon para tomar el primer trago de su ronda de cafeína.

-¿Qué facultad?
- Filosofía.

El chico expresó su sorpresa abriendo los ojos en exceso a la vez que volvía a beber de su taza de café americano.

Fuente imagen: buzzfeed.com
-No me hago a la idea- dijo sacudiendo la cabeza una vez terminó- ¿En qué asignatura pueden solicitar que leas a Iván el tonto? Si no recuerdo mal es un cuento que trata más bien temas pedagógicos.
-En Orígenes de la psicología y la pedagogía- respondió rápidamente.
-¡Uau!-exclamó extrañado.
-Es la madre de ambas, supongo que dentro de ese contexto tiene todo el sentido- concluyó removiendo su café con leche.
-Y ¿es tan tonto Iván como lo recuerdo?
-Bueno, acabo de empezar a leerlo, pero me da la sensación que huele mucho a "...terreno específico sobre el bien y el mal..." no creo que Iván fuese tan tonto como el relato se empeña en pintar.
-¿Ah no?
- No. Interpreto que se centraba en lo importante. En el "ser ahí".

Iván comenzó a poner ojos de búho(y no por el efecto de la cafeína, que también) La interpretación del cuento también formaba parte del acto mismo de leer. Por cada lector, una interpretación. Esa era la de su compañera de tertulia. Él no lo habría visto así.

-Y ¿tú qué me dices?- preguntó alejándose ya de su disertación filosófica acerca de Tolstói y sus cuentos.
-Yo ¿qué?
-¿Por qué lees a Dick?
-¡Ah! Lo mío es puro vicio- sentenció sonriente-. Siento debilidad por la ciencia ficción ¿has leído algo de él?
-Sí bueno, imagino que como cualquiera que sepa quién es. ¿Sueñan los androides...? 
-¡Magnífica!¿verdad?
-Desde un punto de vista lingüístico creo que es excelente, cierto. Desde la temática... inquietante-contestó.

Iván frunció el ceño en señal de desacuerdo al menos.

-¿A qué te refieres?-preguntó solícito de respuesta antes de contraatacar. (Nadie tocaba a Dick. Era el mejor hasta que llegase otro y punto).
-Me refiero a que después de leerla me dio la sensación de que ese hombre no era un trastornado como parecía-explicó-He leído algo sobre su biografía, al fin y al cabo, todos los autores son ellos y su contexto histórico, su cosmos ¿no? Bien, creo, vaya...- explicaba con un fin de frase dubitativo.
-y ¿qué es lo que viste en Blade Runner que te hizo llegar a esa conclusión?-prosiguió con su investigación.
-Hay cosas en su texto que indican la capacidad de ver por debajo...o por encima de la realidad...de lo vigente...no sé... tendríamos que analizarlo con más detenimiento si acaso...- expresaba absorta.
-Se drogaba...bastante...creo yo que...todo tiene su explicación-puntualizó Iván.
- Ya, ya...quizás las drogas aceleraron el proceso...
-Explícate-solicitó tomándose la hipótesis de Alejandra muy en serio.
- No sabría decirte...Hay algo en esa novelita... que demuestra que la plasticidad de la mente en determinadas circunstancias puede hacer que ésta amplíe horizontes.
-Necesitas entonces leer Sivainvi. Se supone que es una novela de ciencia-ficción pero es más bien su biografía novelada. Creo que puede arrojar luz a lo que dices. Por ejemplo, cuenta que fue escuchando una canción de los Beatles cuando le vino a la mente que su hijo tenía un problema médico.
-¿y era así?
-Sí, los médicos no lo vieron y efectivamente...se curó.
-¿Ves? A eso me refiero...

Alejandra comenzaba a realizar sus elucubraciones a un ritmo vertiginoso, con la salvedad de que, por norma solía estar a solas para hacerlo.

-¿Y si se diera el caso de que, por ejemplo el estrés, le hiciera reaccionar de mil maneras distintas? al cerebro, digo
-Coincido.Creo que vas por el camino acertado...recuerda, léete ese libro-respondía él en fase reflexiva a la vez que la escuchaba.
-Vale- contestó prosiguiendo- ¿y si como consecuencia pudiéramos acceder a información que en el día a día es imposible descifrar? ¿u otros factores externos? ¿Has leído algo sobre epigenética?- interrumpió como si llevase varias conversaciones a la vez- Te gustaría. Es una cuestión puramente científica, no lo digo yo..Eso desde el punto de vista general. Luego...volviendo a la novela, toda ella está llena de detalles...

No le dio tiempo a decir nada más. Se plantaba delante, con los brazos cruzados, una mujer rubia de pelo largo que no paraba de hablar, y, claro, tuvieron que dejar de hacerlo ellos.

-Te dije que venía a por ti. Recoge. ¡Salimos a cenar, nena!-exclamó.


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