LA INTERPRETACIÓN DE LOS CARACOLES O DE CÓMO LAS APARIENCIAS ENGAÑAN (II)

Relatos de la serie Alejandra y los caracoles
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-Te he visto bailar.
-¡Ah! ¡Gracias!-exclamó con un evidente sarcasmo en sus palabras apoyándose en la barra.
-Creo que te mueves bien. Déjame que lo adivine...tienes formación. Danza clásica. ¿Verdad?Deberías dedicarte a esto profesionalmente.

Desde que lo miró de soslayo en la barra, antes de que hablase, habría jurado poder catalogarlo como uno de los cientos de caracoles babosos y lentos que se encontraba cada sábado en cualquier bar o discoteca. Aceptemos que aquello era francamente agotador. Sin embargo, al escuchar su detallada descripción de lo que era totalmente cierto, decidió ser cauta y dejarle hablar.

-¿Cómo has...?
-Bien...no es que tenga una gran cualidad de lectura mental de vidas, ni nada por el estilo-rió nervioso- Soy propietario de una agencia de representación. He visto ciento de mujeres bailarinas con formación superior de danza clásica, moderna...-interrumpió para rascarse la coronilla- Los trazos perfectos, la delicadez de los movimientos. Ya sabes...profesionalidad.

Aquella era la forma más absurda y más trabajada de intentar ligar que jamás había conocido. Y creedlo cuando os digo que Alejandra se las sabía todas. Aquella manera elaborada de intentar obtener un poco de conversación, más allá de gustarle, le disgustó bastante y cargó sus armas de prepotencia. Quizás de esta manera, logre espantarlo de golpe, pensó en pocos segundos.


-¡Uau!... una agencia de representación- sonrió con un cinismo que tocaba el límite de la burla - Es el mejor eufemismo que he escuchado. Bonita manera de no llamar a las cosas por su nombre... proxeneta. Aunque casi cuela.

David se quedó ojiplático. Justo lo que Alejandra pretendía encontrarse con su comentario. 

-¡Venga ya!-exclamó- Uou, uou...- dijo moviendo la cabeza pensativo- Además de cuerpo chica lista. ... ya veo, Mens sana in corpore sano. Un espécimen en peligro de extinción- sonrió-Tu soberbia, sin embargo, no creo que sea tu mejor arma- prosiguió pausando sus palabras- Seguro que puedes hacerlo mejor. Ahora me dirás que te estás leyendo a Kierkegaard, para acabar de espantarme, pero no es mi pretensión.

-¡Oh!Ya veo que te las conoces todas..., Kirkegaard lo estudiamos en primero de carrera. Ahora estoy en el último curso. Entre otros es posible que prefiera a Adorno o Sloterdijk. Esto ha quedado pedante cien por cien, ahora sí que se largará, pensó para sí.

Una carcajada imposible de retener salió de la boca de aquel caballero, sin previo aviso.

- Vaya, lo tienes todo nena...

- ¿Has dicho nena?- preguntó indignándose- Mira...me ha encantado poder charlar contigo, tus técnicas de seducción son de una elaboración exquisita, eso te lo reconozco... pero, no nos engañemos, ni eres mi tipo, ni me interesan los señores mayores.

- Bueno, los señores mayores como yo- respiró profundo para proseguir- que nos dedicamos al mundo del espectáculo, o lo que es lo mismo, somos caza talentos, no necesitamos utilizar técnicas de seducción para "conseguir señoritas". Esas vienen solas- le contestó alargándole la mano para hacerle entrega de una tarjeta- Si te interesa, llámame. Creo que puedes sacarle mucho partido a tus habilidades. Pero en lugares serios, no como este antro que apesta a caracoles y deshechos humanos en el que, por cierto, no deberías desgastarte.

Sin decir nada más, se giró, acabó su copa y salió entre el tumulto de gente que bailaba poseída por el House.
Alejandra, con su boca entreabierta, movió la tarjeta para comprobar que aquello era cierto.


"David Montenegro".
Dirección ASTIRC
Representación artística.



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